Gritos ahogados

Gritos ahogados

Escrito por: Mónica Cárdenas

¿En Nicaragua hay libertad de expresión? Depende de quién pregunte y sobre qué tema estemos hablando. Esa es la verdadera respuesta a esa pregunta, pero de esa forma no estaríamos ante una auténtica libertad.

Ni siquiera podemos hablar del tema que queramos. Hay que tener cuidado con que la plática se desvíe a política si no conversamos con «la persona apropiada».

Si tenemos una opinión «x» sobre el partido del gobierno, el cual goza del respaldo de la mayoría del pueblo, o si apoyamos a un partido opositor, o simplemente no compartimos algún ideal de estos grupos, no podemos esperar comentarios positivos ni de aceptación. Esto por citar un ejemplo de formas en que se irrespeta la libertad de pensamiento.

Muchas veces, por el miedo a las agresiones físicas u otras represalias, y tolerando un poco la crítica destructiva, nos aventuramos a las redes sociales para, a través de ellas, expresar el pensamiento que se nos frustra exteriorizar en público.

Si surgiera ahora una ley que, por un lado, pretenda moderar ese único medio de expresión que nos queda, con el objetivo «de evitar el acoso y mal uso de la información», probablemente sería un arma de doble filo. Tendría mensajes subliminales de represión de pensamiento.

El artículo 30 de la Constitución dice que podemos expresar libremente nuestro pensamiento en público, en privado, individual, colectivamente, en forma oral, escrita o por cualquier otro medio.

Dejo al aire estas preguntas: ¿Nuestra «libertad» de expresión tiene límites? Entonces no sería libertad. ¿En realidad tengo que «medirme la lengua» y tener cuidado con todo lo que vaya a decir? Por más que la Norma Suprema diga que tenemos derecho a expresarnos libremente, ¿necesitamos, además de los obstáculos que existen en la práctica, ahora un muro legal para nuestros pensamientos?

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