No le pondré título a mi felicidad

No le pondré título a mi felicidad

Anónimo.

Últimamente he visto que la nación se ha electrificado. O sea, ¿quién diría que una pequeña chispa (a simple vista tan insignificante y efímera) podría llamar a muchos a unirse a esas grandes causas? Solo imagínense, primero contra el Canal, ahora el CSE, ¿qué viene más? Pues, estoy muy ansioso por ver lo que nos depara.

A pesar de haber tanta violencia, no puedo dejar de ver todo lo positivo que ha surgido: tantos ciudadanos participando activamente en pro de la restitución de sus derechos, sin importar cuántos opresores puedan cruzarse en sus caminos, los hematomas que puedan conseguir, y los malos ratos que deban pasar. De eso se trata la “lucha”, ¿no?

Esto me obliga a ver que en realidad no estamos tan ciegos como creemos estar; que la opresión siempre tiene un punto de fuga; que a fin de cuentas, la “manoseada” nos garantiza uno de los más fundamentales derechos que podamos gozar, puesto que considero que es uno de los pilares para el ejercicio de los demás, esto es la participación ciudadana, el más místico de ellos.

Es eso, tan mágico, tan poderoso. Es la participación, ese futuro que nos espera, la buena vida que está al otro lado del arcoíris, la meta orgásmica que nos espera. Y sé que cada vez estiraremos los brazos con más anhelo, y con la esperanza de vivir en un país mejor.

Así que, es mejor morir luchando, que terminar muerto sin antes haber trabajado por que más deseábamos.

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