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Todos podemos ser minoría

Todos podemos ser minoría

Por: Moisés Urbina R.

Si te ha pasado que sos el único que se opone a algo o sólo vos sos el crítico de tu grupo de amigos, sea que nadie cree en tus opiniones o seas tachado como el terco, soñador, necio, altanero, criticón o sabelotodo. Entonces, debes saber que en más de algún momento de tu vida has sido tratado como minoría.

Ser minoría no se refiere precisamente a grupos vulnerables, yo pienso que todos podemos llegar a serlo en algunas ocasiones, el simple hecho de ser el único que está en contra de la gran mayoría, que se atreve a ir contra la corriente o ser un igualado que dice lo que piensa sin temor a que le hagan mala cara, eso puede volverte minoría en estos días.

Yo me he considerado minoría, de esa minoría que sueña con una Nicaragua mejor, libre para expresarse y vivir, para todos y todas, en igualdad de oportunidades, de derechos y respeto. Pero, no de esa minoría que se llena la boca en campañas políticas haciendo promesas que no pasan del período electoral o de esas minorías que inician con una labro noble, pero apenas tienen la oportunidad se abanderan con algún partido político y se olvidan de los sueños, de esas minorías jamás podría ser.

Si bien es cierto que “Democracia” se define popularmente como la voluntad de la gran mayoría, debo decir que me parece un tanto injusto que esos pequeños sectores poblacionales siempre vivan al gusto y antojo de lo que la gran masa diga, o de lo que el gobierno haga para resolver las necesidades de ese “pueblo” en el que no caben las particularidades de ningún tipo.

La mayoría de los gobiernos tienden a jugar con las necesidades de grupos vulnerables, entonces les crean leyes, les organizan comisiones, secretariados, sindicatos y hasta organizaciones. Todo esto, en períodos electorales, en campañas y votaciones, cuando cada voto es decisivo para ganar las elecciones. Pero, en cuanto se conocen los resultados oficiales, todo pasa al olvido, esos interminables discursos de igualdad, inclusividad y respeto quedaron a un lado y ahora se hace lo que “le conviene a la mayoría”.

Si les parece una locura, sólo analicemos detenidamente ¿Por qué hay leyes para personas con discapacidad, mujeres e indígenas que en la práctica no se cumplen? La respuesta es muy obvia, los gobiernos las aprueban para calmar las sublevaciones de estos sectores poblacionales, son como calmantes temporales. Es decir, que cada que un grupo vulnerable inicia una aserie de manifestaciones, protestas e iniciativas en defensa de sus derechos, el gobierno aprueba una ley que les “beneficie”, calmándolos así en el momento, pero a largo plazo son letras sobre papel mojado, ahí están y de ahí no pasan, no se aplican, no se respetan, no se promueven y no se actualizan.

Pero ¿Qué pasa con quienes pensamos diferente, los que no nos dejamos cegar por esas promesas de cambio, los que no nos dejamos llevar por la mayoría, los que sí queremos algo diferente para Nicaragua? Bueno, la respuesta es un tanto incómoda para quienes no quieren oír, ni entender, como aquí se hace lo que la mayoría quiere, las minorías son aplastadas, golpeadas, bloqueadas y hasta desplazadas. Es así que, nadie que se oponga al gobierno puede protestar libremente sin que grupos oficialistas traten de opacar la manifestación o agredir a los participantes.

Ahora, si nos ponemos a pensar, el gran problema de las minorías es que no saben que son débiles porque no están unidas, no saben que tras esa frase trillada de “la unión hace la fuerza” está el éxito, el cambio y la posibilidad de construir una sociedad justa y equitativa para todos. ¡Unámonos! porque eso de “vos y vos y vos y vos y yo…” No “somos 2” cómo dice la primera dama. Somos un montón, un montón que juntos puede derribar cualquier dictadura o imperio por muy grande que sea.

 

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