Mi primer libro

Por: Zolia Gnosis

No recuerdo obsesionada con los cuentos que mi mamá nos leía a mí y mi hermana antes de irnos exactamente qué edad tenía. Quizás unos diez años. Para entonces ya estaba obsesionada con todas las historias, y mi mamá ya estaba cansada de repetirlas una y otra vez. Eso me llevó a los libros.

Al principio fue difícil. Las páginas llenas de grandes párrafos sin dibujos me intimidaban, y con sólo una página ya me estaba doblando de sueño. Buscaba entre los libros de la biblioteca en la sala de mi casa, sin conseguir que ninguno dejara de asustarme sobre todo por su grosor.

Era de noche, y había estado revisando hasta el último escondrijo del librero. Hasta que descubrí un libro sin tapas, rayado de crayola verde, que se llamaba “La pequeña Julia”. Tenía ilustraciones, letra mediana y alrededor de 100 páginas. No dudé en tomarlo y empezar a leer.

Recuerdo muy bien esa noche. Estaba tendida en el sofá de la sala de mi casa, y los ojos se me habían puesto ardorosos y llorosos. No me importó, continúe con la lectura, emocionada. La historia era muy bonita llena de aventuras y deseos de conocer más allá de los límites que nos han impuesto. Me imaginaba a mí misma como un monstruo marino que no tenía más diversión que molestar a los pescadores, y luego volverse a su solitario fondo oceánico.

Página tras página, poco a poco me acercaba al inexorable final. Cada vez, me picaban más los ojos, también por el sueño; era casi media noche, y seguía en pie de lucha. Estaba feliz: era la primera vez que iba a terminar un libro por mi cuenta. Seguí más allá de esas páginas a otras, curiosas, y aún no exploradas.

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