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La Mujer nicaragüense es todo lo que hemos invisibilizado

La Mujer nicaragüense es todo lo que hemos invisibilizado

Escrito por: Henry Jaime Duarte, sociólogo.

Hablar sobre la mujer en su dimensión ontológica en un artículo de opinión, es un reto inmanente, especialmente cuando de abordar las características de la mujer nicaragüense se trata, ya que posee una significancia relevante, sobre todo, cuando sabemos cuál ha sido nuestra historia y cómo este ser meta humano se ha reconfigurado en el devenir de los procesos sociales, en nuestro territorio y particularidades.

Para empezar, la mujer ha sido todo eso que hemos invisibilizado, a lo largo de nuestra cultura patriarcal, bajo el afán de sub valorar las capacidades y competencias que tiene en su naturaleza, hemos sido nosotros (hombres) los culpables de crear estructuras/estructurantes/ estructuradas que no han hecho otra cosa, que irrumpir y lacerar los sueños, aspiraciones y/o oportunidades de la mujer.

Ante una serie de desigualdades, la mujer en su generalidad ha aprendido a salir adelante, en nuestro contexto socio económico, político, religioso y cultural, es la mujer la protagonista de su propia historia. Con esto me refiero, que, a pesar de todas las brechas impuestas, la mujer guerrera nicaragüense, no precisamente ha tenido que leer un libro lleno de teorías para darse cuenta que, aun siendo violentada tanto directa, estructural y simbólicamente por la sociedad, debe así, continuar su camino.

Tenemos una serie de ejemplos en cuanto a la labor y al papel fundamental que esta ha tenido y tiene en nuestra contemporaneidad, por ejemplo, rescatar la memoria de una mujer desde los tiempos pre colonial, donde jugaba un papel decisivo para el funcionamiento e impulso de la vida en todos los ámbitos. Así mismo, teniendo en cuenta el peso moral y laboral que jugó en los procesos decisivos del Estado/Nación en la era pre y pos revolución sandinista, donde sirvió como humano, madre, médica, soldado, entre otros roles que dieron enormes aportes a la construcción, si se desea, de una nueva identidad.

Hoy en día, tenemos a mujeres que, si bien participan e influencian desde ciertos espacios públicos, seguimos con una cadena de barreras, no sólo económicas, sino, mucho más, las que se perpetúan en nuestros imaginarios, empero, ante todo, la mujer nica, crece, vive, lucha, aprende y se reconfigura al vaivén del viento, de los vientos que crea desde su aura, es esta mujer, la que se busca un espacio, un lugar, y también la que busca y encuentra el pan de cada día. En medio de todo, y a la vez de la nada.

Tenemos a una mujer nica, que es pragmática, resiliente, humana, con alto espíritu de transformación sentí pensante, en suma, de roble. Tenemos en nuestros espacios, a seres que tiene una garra, y, antes que nada, un fuerte deseo por vivir de tal forma que no se les violente.

En definitiva, tenemos a mujeres que no piden nada, sino, que reclaman lo que les pertenece, no por herencia o abolengo, sino, por derechos inherentes a su persona.  En síntesis, esto y más trascienden la connotación paradigmática de lo que podemos entender y comprender como mujer nicaragüense.

 

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