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En tiempos de dictadura

En tiempos de dictadura

Escrito por: Alexander Reyes Guevara

Iniciemos con datos sencillos, desde el día 18 de abril del 2019, en Nicaragua ocurrió, en palabras de Sergio Cabrales, un terremoto socio político que dejó como resultado un aproximado de 400 asesinados físicos y uso este término, porque es así, les asesinaron, de todas las edades y muchas maneras, pero en el fondo, este terremoto ocasionó el asesinato de 6.465.513 personas que vieron transgredida su capacidad a soñar y creer. Un terremoto que en sus réplicas continúa causando estragos en nuestros cuerpos físicos y psíquicos. Daniel Ortega y Rosario Murillo han saboteado nuestra existencia.

Un trauma psicológico se produce luego de un evento, repentino o sistemático, que rebasa nuestra capacidad psíquica emocional, para sobrellevarlo, teniendo consecuencias bastante profundas que se significan en actos o acciones de desequilibro en nuestro organismos como cambios en los patrones de sueño, pesadillas, falta de apetito, agresividad, conductas reactivas, depresión, ansiedad, autolesiones, ensimismamiento, alteración de la rutina nutritiva, entre otras cosas de mayor o menor nivel, nuestros sistemas en general, NO COMPRENDEN LO QUE ESTÁ PASANDO A SU ALREDEDOR.

¿Es Daniel Ortega y Rosario Murillo un factor de trauma psicológico? SI, lo son. 18 abril, fue un evento que visibilizó lo paulatino del abuso social e institucional que habíamos venido experimentando por largos años, limitaciones a nuestra libertad.

En un “abrir y cerrar de ojos” Nicaragua estaba hecha un caos, salís a la calle y no sabés si vas a regresar a casa esa noche; vas al trabajo sin la seguridad de conservarlo por mucho tiempo, abrís el refrigerador sin tener certeza de cuantas veces más lo vas a poder abrir, ves a tus hijas, hijos menores de edad sin tener del todo claro cuánto efecto ha tenido el contexto en el que sí o sí, se desarrollan a diario. Vemos las noticias para asegurarnos que no saldrá el nombre de uno de nuestros seres queridos o personas conocidas sumando a las estadísticas negras.

Llevamos 18 meses estando tan lábiles. Llorando de vez en cuando mientras ves tu celular, viendo o escuchando como muere uno de nosotros más, despidiéndote de tu familia/amigos que se ven en la obligación de desplazarse a otro país, sin saber cuándo les volverás a encontrar, experimentando día tras día, noche con noche, hora por hora, ese mismo sentimiento de incertidumbre y desolación, un vacío tan intenso que te provoca horror, miedo. Viviendo con la impotencia de no poder hacer nada y el cuestionamiento crudo, bruto y duro de ¿De verdad no puedo hacer nada? La presión de creer que no hacés lo suficiente. Pero ¿Qué es lo suficiente? ¿Qué es lo que me corresponde hacer?

Así como nadie se espera un terremoto, nadie está listo o suficientemente preparado para vivir y hacerle frente a una dictadura. Sobre lo que, si podemos tener control, es en la manera en la que reaccionaremos ante el evento. No hay recetas para vivir de este modo, lo más importante con esto es que, yo me siento igual que vos.

He llorado infinidad de veces, he salido a la calle con temor de no volver, con precaución de que no lleven al Chipote, con el terror de no saber si volveré a ver mi hermanita, mis amistades, a mi madre, a mis primos o al ser que amo. O qué se les lleven. Viviendo pesadillas, sintiéndome a punto de tirarme al vacío, porque pocas cosas tienen sentido, sin embargo, en toda esta pena, también me rehúso a dejar de soñar.  Daniel Ortega y Rosario Murillo son las únicas personas responsables de mis perdidas, excepto de mis deseos de vivir y soñar. En contextos de deforestación, sembrar árboles es resistir y la resistencia, es política. En contexto de odio y violencia, abrazar y amar, es resistir y la resistencia, es política. En contexto de dictaduras, como dicen por allí, SANAR es resistir y la resistencia es política.

No estamos solos y creerlo, es el mayor acto de valentía, acuerparnos en el otro y la otra, acuerparnos para SANAR, SANAR para resistir.

 

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1 comentario

  1. Kathe cancino

    Gracias por la reflexión, en estos tiempos sanar también debería ser un derecho.

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