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Del transporte público y otras historias.

Del transporte público y otras historias.

Escrito por: Julio Torres

Tengo aproximadamente dos años de no usar el transporte público, hasta que chocaron a mi sobrina y me pidió le prestara mi carro, por un asunto de economía más que de pinchada decidí activar mi tarjeta TUC que tenía rato de no usar; al principio te sientes como en una aventura extrema, porque hay que caminar hasta la parada, correr para poder abordar la unidad y prácticamente empaparte de manteca para poder avanzar a la puerta de «salida», casi que luchando por tomar aire a bocanadas y más cuando tienes unas sabrosas libras de más.

Lo curioso del caso es que NADA HA CAMBIADO en cuanto a la situación del transporte público, los conductores siguen teniendo problemas visuales o de optimismo, ellos siempre ven el bus medio vacío, mientras los pasajeros lo ven a nivel cuántico. Las unidades están igual de destartaladas que cuando las estrenaron (gracias a cierto sector de la población amantes en destruir la propiedad pública, sino vean a los animalitos en el estadio o en los parques solidarios), pero además de esto y otras cosas que vemos diariamente producto de la basura cultural y social en la que estamos, sigo sorprendido que aun a estas alturas del partido haya tanta gente pagando el doble del costo del pasaje, algo que realmente debería de ser objeto de estudio.

Esta atrocidad ya está incluso establecida como un negocio, donde vemos a corredores ofertando el «Cinco y le marco», ¿realmente hemos llegado a un nivel de estupidez tan brutal? y lo triste es la naturalidad con que los usuarios aceptan este robo, como corderos siendo despojados de su lana.

Recuerdo que cuando se iniciaron las famosas barras lectoras se suponía que estas permitirían a la cooperativa obtener información para dar seguimiento al flujo de usuarios, además de poder acortarles la soga a los conductores quienes disponían del dinero de los pasajes como si de su caja chica se tratara, también les permitiría seguir la ruta y la intermitencias de la unidad y de esta forma cubrir las horas picos con más buses. ¿Pregunten me si funcionó o si alguien le dio seguimiento?

Luego la hermosa idea de MPESO, quienes como eslogan dijeron que centralizar el dinero de los pasajes permitiría llevar un mejor control y de esa manera ofrecer un mejoramiento continuo del servicio de transporte publico así como a sus unidades. ¿Alguien sabe algo al respecto de esas mejoras? hasta donde sé, lo único que hicieron fue aliarse con una «empresa de la familia Ortega/Murillo» quienes monopolizaron la publicidad móvil, cubriendo todas las rutas y vendiendo espacios publicitarios. Que en cierta medida cubría el deterioro de las unidades.

En fin, las cuatro semanas que hice uso del transporte público, fueron unas pequeñas vacaciones del estrés cotidiano de conducir de tu trabajo a casa en horas picos, porque aunque hayan puesto «policillas inteligentes» en los semáforos, la carga vehicular es mayor que la capacidad para las calles de nuestra abarrotada Managua.

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