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Y en Costa Rica

Los Derechos Humanos… una profundización y actualización necesaria*

Por: Pablo Innecken.

Costa Rica es visto como un país con una vocación pací­fica y democrática, constituyéndose en un ejemplo internacional en materia de respeto a los derechos humanos, libertades fundamentales y valores democráticos. La Abolición del ejército, la Proclama de Neutralidad Perpetua y el Premio Nobel de la Paz entregado al Dr. Óscar Arias Sánchez gracias a su labor fundamental en los Procesos de Paz en Centroamérica son tres baluartes que indiscutiblemente contribuyeron en la construcción de esa cultura de paz y democracia. Costa Rica, como se sabe, es firmante y adherente de importantes convenios internacionales y regionales. El accionar de nuestro país en las esferas nacionales, regionales e internacionales siempre ha manifestado apego a los derechos humanos y es por ello que el año 2013 no exime al país de ser objeto de análisis sobre la situación actual de los Derechos Humanos y su primacía a lo interno de la nación.

Partiendo desde un enfoque generacional con respecto a los derechos tanto de primera, segunda y tercera generación, en el país persisten serias deficiencias que limitan y bloquean el libre ejercicio de estos derechos. Las desigualdades en el tema de género siguen latentes y constantes en el país.

El respeto de los derechos humanos en materia de diversidad sexual es otro de los casos en los cuáles el país- entendido no sólo como gobierno sino como sociedad y ciudadanía- debe profundizar en gran medida. La integralidad de los Derechos Humanos dependen de los esfuerzos de la colectividad por lograr un ejercicio pleno y en este punto, es particularmente importante la eliminación de todas las formas de discriminación con el ­n de crear sociedades más justas. Es prudente que la sociedad costarricense como un colectivo, avance en la aceptación de la diversidad sexual como una realidad no antagónica sino armoniosa de la convivencia en sociedad.

La falta de oportunidades y discriminación contra la población indígena es un problema persistente en nuestro país. Continúa la marginación, aislamiento y olvido de la población indígena de Costa Rica. El acceso a educación de calidad y en la propia lengua aborigen, acceso a sistemas de salud adecuados, fuentes trabajo y vivienda digna continúan siendo problemas que exacerban la brecha campo-ciudad, el éxodo rural y que se extiende a la población campesina en general y no solamente indígena. Siendo cierto que el gobierno está implementando grandes proyectos al respecto, actualmente Costa Rica preside un grupo de trabajo a lo interno de la Organización de Estados Americanos (OEA) encargado de crear una “Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación y toda forma de Intolerancia”. 

El último punto a señalar en este documento, es el de la población migrante y refugiada. Ninguna persona debe ser discriminada por motivo de su etnia o nacionalidad. Sin embargo, en nuestro país persiste la xenofobia en contra inmigrantes. Es necesario cambiar y transformar esos esquemas mentales de falsa superioridad, que a la vez permitan fortalecer los lazos con naciones hermanas y permita un mejor aprovechamiento de mecanismos de integración regional y supranacional tales como el Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Es preciso recordar que el derecho al trabajo es universal y nadie sale de su patria buscando mejores condiciones socioeconómicas por gusto propio. Costa Rica como nación democrática debería manifestar un apoyo real a los migrantes que de buena fe laboran en el país así como reconocer los derechos laborales del trabajador migrante, con esto evitar la explotación del individuo y fortalecer la universalidad de la protección de los derechos humanos. 

Los aspectos mencionados anteriormente, son ejemplos claros y veraces que explican que Costa Rica no se puede considerar graduada en el tema de Derechos Humanos. Si bien, muchos temas faltan por cubrir en este artículo y es necesaria la participación de no sólo un partido político, ni un gobierno, ni una ideología, y por el contrario, se requiere de un aporte de la ciudadanía y una actualización necesaria de la sociedad costarricense para que permita transitar los cambios pertinentes para consolidar una vocación integral a favor de la primacía absoluta de los Derechos Humanos y libertades fundamentales, los cuales están en constante evolución y actualización. Finalmente, el país –gobierno, colectivo social, OSC- decide si se mantiene a la vanguardia o deja de ser un modelo internacional y ejemplo en el respeto de los derechos consagrados del ser humano, la respuesta la tienen y tendrán solamente los y las costarricenses.

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