Seleccionar página

¿Vivimos en una cultura anti-intelectual? Una reflexión desde Nicaragua

¿Vivimos en una cultura anti-intelectual? Una reflexión desde Nicaragua

Por: Anónimo

Es imposible ignorarlo: vivimos tiempos donde el pensamiento profundo parece haber pasado de moda. Hoy, el brillo efímero de una vida de apariencias —que se vende en redes sociales como si fuera la única forma válida de éxito— ha eclipsado la importancia del conocimiento, la lectura crítica y la formación profesional. En Nicaragua, esta realidad se hace cada vez más evidente, alimentada por un sistema educativo en crisis y una sociedad que, en lugar de fomentar el pensamiento, parece adormecerlo.

No se trata solo de una percepción. En 2012, el historiador estadounidense Richard Hofstadter advertía ya sobre el avance de una cultura anti intelectual, en la que el conocimiento es visto con desdén y los expertos son reemplazados por «opinadores» populares. Hoy, esa advertencia parece más vigente que nunca. Estudios más recientes, como el de Neil Postman en Divertirse hasta morir, explican cómo los medios y el entretenimiento moldean una ciudadanía que ya no busca entender el mundo, sino distraerse de él.

En Nicaragua, el deterioro del sistema educativo —agravado por falta de inversión, censura ideológica y una preocupante politización— ha contribuido a crear generaciones que leen menos, cuestionan poco y consumen contenido digital sin filtros. En 2021, el informe del Banco Mundial sobre la crisis del aprendizaje en América Latina advertía que más del 50% de los estudiantes de secundaria en la región no comprende textos básicos, y Nicaragua está entre los países más afectados.

Mientras tanto, muchos jóvenes ven en el «influencer» no a una figura inspiradora por su aporte al pensamiento o la cultura, sino a un símbolo de éxito por su ropa, sus viajes, su teléfono nuevo. No critico el deseo de mejorar o disfrutar la vida, pero ¿qué pasa cuando el éxito se mide solo en «likes» y no en ideas? ¿Qué futuro construimos si todos aspiran a entretener, pero pocos a enseñar, investigar o crear soluciones reales?

El problema no es que exista entretenimiento; el problema es que lo hemos puesto por encima del pensamiento. En un entorno donde el sistema no incentiva la curiosidad donde los medios repiten discursos sin espacio para el análisis, y donde la juventud no encuentra referentes intelectuales visibles, ¿cómo no vamos a estar en peligro de convertirnos en una sociedad más fácil de manipular?

No podemos olvidar que aquello que muchas veces se considera «inútil» —el arte, la filosofía, la ciencia, la ética— es precisamente lo que da sentido, dignidad y libertad a la vida humana. Revalorarlo no es un lujo, es una necesidad urgente.

Sobre el Autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Videos Recientes

Cargando...

Revista digital