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Nació para ser activista.

Nació para ser activista.

A sus ocho años de edad se inició en el mundo del activismo social María José Díaz Reyes, quien ahora a sus 28 años se define más que como trabajadora de una Organización No Gubernamental (ONG), una voluntaria de tiempo completo.

Actualmente forma parte del colectivo de la Asociación para la Sobrevivencia y el Desarrollo Local (ASODEL), organización que trabaja bajo tres ejes temáticos: prevención y mitigación de riesgos, producción agropecuaria sostenible y cultura ciudadana. A pesar de esto, María José no pierde la oportunidad de formar parte del voluntariado en alguna otra organización o movimiento que aborde temáticas de su interés. “Creo que no debemos subestimar el voluntariado, trabajar en procesos de transformación social es una labor tan digna como cualquier otra”, nos dijo.

Formar parte de organizaciones o ser voluntario de alguna, ayuda a los jóvenes a ser más críticos sobre la realidad de su país y a analizar con mayor profundidad en las causas y posibilidades de cambio de la realidad, “Durante todo este tiempo mi visión sobre el país realmente ha cambiado constantemente. Recuerdo sentir en un momento de mi vida que caía sobre mí que Nicaragua cambiara o no. Era una especie de angustia, cada suceso me dolía, cada abuso de poder, violencia terminaba convirtiéndose en noches de insomnio. Mi activismo era desde esa angustia, la fuerza para cambiar ya la situación. Esta visión no me dejaba ver los problemas a profundidad, solía ver el problema y no las razones, solía escuchar los discursos y no el análisis histórico político”, nos confiesa María José.

Uno de los grandes problemas para los jóvenes voluntarios de las organizaciones es el factor tiempo, porque ser joven sí es difícil, deben estudiar y trabajar, a esto se le suma el voluntariado. Aunque este no es caso de María José, quien nos dice “en ASODEL hemos construido políticas en donde se privilegia todo proceso de formación profesional y personal. Así creemos que somos más fuertes, cuando quienes integramos la organización invertimos tiempo en crecer como humanos, humanas”.

Mucho se habla de una apatía generalizada de la juventud hacia temas relacionados con política, ciudadanía y cambio social, pero María José está convencida de lo contrario. “No pienso que haya apatía, creo que la escasez de empleo, la mala atención en centros de salud, el incremento de la canasta básica, y la falta de acceso a la educación, son temas que comentan, sufren, cuestionan, reflexionan en sus propios espacios (Familias, amigos, colegios, mercados y otros)”, nos explicó la joven, para quien lo importante sería analizar qué movería a estos jóvenes a involucrarse en el cambio de esta realidad que obviamente les afecta.

María José no hace un llamado exclusivo a la juventud, porque cree que esto sería reforzar la idea de que son los jóvenes los que están obligados a cambiar la realidad de nuestro país, cuando deberíamos ser todas y todos partícipes de este cambio. Pero sí cree que para asumir una postura y ser parte del cambio hay que leer, investigar y sobre todo, aprender a ver las cosas desde nuestras comunidades, municipios y departamentos, pues a veces los problemas vienen desde ahí y quizá lo mejor sea empezar a incidir desde nuestros espacios.

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