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La insurrección de abril de 2018: Un fenómeno sin precedentes en nuestra historia.

La insurrección de abril de 2018: Un fenómeno sin precedentes en nuestra historia.

Escrito por: Juan Diego Barberena G. (Actualmente en el exilio)

La historia de nuestra Nicaragua, tan bipolar políticamente, ha sido célebre y triste, sangrienta, revolucionaria y excitante. Ya el profesor González Riega la definía como “apasional e idiosincráticamente provinciana”, a tal punto que la podemos resumir en revoluciones, guerras, contrarrevoluciones, dictaduras, fraudes electorales, pactos y componendas (Miranda Bengoechea, 2006).

Ante una historia con tales características y devenires cíclicos, el estallido insurreccional el 18 de abril de 2018 era de esperarse y sobre todo ante un gobierno dictatorial de corte casi dinástico como el de Daniel Ortega y Rosario Murillo, sin embargo, esta sublevación sería distinta a las anteriores: Los jóvenes iban a ser los revolucionarios espontáneos lejos de cualquier ideología.

La dictadura de Daniel Ortega había detentado el poder durante once años de manera desmedida, violando todas las normas conformantes del Ordenamiento jurídico del Estado, transgrediendo la Constitución, ejecutando fraudes electorales, reprimiendo manifestantes adversos, entregando la soberanía nacional a un chino desconocido y enriqueciéndose ilícitamente. Cuando muchos de estos hechos mencionados sucedieron, la mayoría de nosotros, los jóvenes, aún éramos niños, fuimos creciendo con un régimen opresor que había anulado el Estado de Derecho y la democracia en Nicaragua; esto responde por qué fueron los jóvenes, principalmente estudiantes, quienes gritaron por la libertad.

El 18 de abril los jóvenes iniciamos en camino de oriente y en la Universidad Centroamericana (UCA) una revolución sin precedentes en nuestra historia, la reforma al sistema de seguridad social fue solo la gota que derramó el vaso e hizo estallar una protesta social de gran magnitud en todo el territorio nacional nunca antes vista, superior incluso a la insurrección popular de 1978. En cuestión de horas, el 19 de abril, todo el pueblo se encontraba en las calles protestando en contra de la reforma a las cotizaciones y exigiendo la salida de Ortega del poder; las universidades públicas “se levantaron” en contra de lo que llamaban, en medio de la brutal represión, “la dictadura de Daniel Ortega”, vimos como en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI) los estudiantes se defendían con piedras frente a balas de plomo y gases lacrimógenos.

Por primera vez en cuarenta años las universidades luchaban por la libertad, la lucha universitaria ya no era por el seis por ciento como había sido en los años noventa y en el primer lustro de la década pasada, las manifestaciones eran en contra del régimen que había cercenado la autonomía universitaria, la libertad de cátedra y la educación superior de calidad. Recuerdo como si fuera ayer, cuando en la UCA, el 18 de abril por la noche, las turbas adeptas al orteguismo nos decían que debíamos agradecer al buen gobierno por permitirnos estudiar, que trabajáramos en los barrios para poder tener derecho de protestar en su contra. Tales palabras se las tragaron de rebote cuando horas más tarde los barrios orientales de Managua, de clase media baja, se alzaron en contra del “gobierno de los pobres”. Viva muestra que el populismo que han aplicado durante doce años les ha resultado infructuoso.

La represión a la protesta fue brutal, el 19 de abril cayeron los primeros mártires víctimas del “vamos con todo” de Rosario Murillo, el 20 de abril en la UNI a Nicaragua le dolió respirar para el resto de los tiempos, Álvaro Manuel Conrado Dávila de 15 años murió a causa de un disparo en su garganta cuando entregaba agua a los estudiantes en la avenida universitaria. Desde el 18 de abril, Nicaragua no está normal, nos faltan 325 hermanos y hermanas.

Ante una insurrección atípica en la historia de las Américas, atípica porque la conciencia de los jóvenes despertó a todo un pueblo que dejó en manifiesto la total falta de legitimidad de un régimen que solo ha podido, desde el primer día de la protesta, sostenerse en el Poder a través de la fuerza, evidencia que desde el primer momento los únicos derrotados han sido Daniel Ortega, Rosario Murillo y sus secuaces. Hoy, un año después, la Resistencia Nacional sigue activa en cada nicaragüense que anhela libertad, justicia y democracia. Hoy, un año después de la insurrección, la dictadura solo puede justificar sus acciones esgrimiendo un peregrino, infértil e insostenible argumento de que hemos intentado fraguar un golpe de Estado conspirado desde hace años.

Sintámonos orgullosos de ser parte de esta gloriosa generación cuyas únicas armas han sido nuestro ideales y convicciones de querer vivir en una Nicaragua distinta. Recordemos que nuestra lucha no es solo contra la dictadura de Ortega, sino también contra un sistema político caudillista, patrimonialista que se ha arraigado históricamente en nuestra cultura. Es nuestra misión refundar el Estado, devolviéndole al pueblo el derecho a decidir, imponiendo en Nicaragua una democracia radical en donde cada decisión de trascendencia pase antes por la aprobación popular para que jamás se vuelvan a repetir estos trágicos hechos.

Hoy sufrimos duelo, exilio y cárcel, pero vamos hacer de nuestra nación “un plebiscito de todos los días” como decía Rafael de Asís. Tras doce meses de lucha la tiranía no ha podido ni podrá derrotarnos.

Abril será recordado como el mes en el cual gritamos por siempre libertad, en el que golpeamos con autoridad la arrogancia y prepotencia del grupo de poder. Bravo muchachos.

¡Viva Nicaragua Libre!

*El autor es Abogado, miembro de Construimos Nicaragua. Actualmente en el exilio*

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Sobre el Autor

1 comentario

  1. La Abril

    Agradecimiento a los periodistas

    Gracias Periodistas que han sido la voz del oprimido, el pueblo, el mismo que está sumergido en las olas de la soberbia y la demencia de un minúsculo grupo que maneja a cruda brutalidad el poder.

    Gracias Periodista, si, vos que pusiste el pecho, con tu micrófono en mano, con tu cámara en el cuello o el hombro, con tu grabadora, con tu papel y lápiz, con tus palabras, y sobre todo con tu valor.

    Gracias a vos comunicador de la verdad, gracias por mostrar la realidad, esa realidad que vive una nación violada y oprimida por un dictador, un traidor.
    Gracias por dar aliento al espectador, si, a ese televidente, al radioescucha, y al lector.

    Gracias periodistas por tu compromiso con la nación, tu tierra, tu patria, tu pueblo, ese que hoy ansía el retorno de la libertad de expresión.

    Gracias Periodistas independientes por ser hoy Nuestro Bastión.

    Autora: Alexandra Abril

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