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Flores, insultos, manipulación y un te amo.

Por: Cindy Regidor

Presentadora y periodista de Canal 2.

Narrativa de ficción sobre los casos más frecuentes de expresiones de machismo, abuso y violencia hacia la mujer.

“Las mujeres son lo más bello”, había escrito, después de colgar el video con la ya gastada canción Mujeres de un tal Arjona. Ese día también decidió mandarle unas flores, sin sospechar que no provocarían ni un rastro de la sonrisa que lo enamoró alguna vez. Más bien fueron lágrimas, gruesas y negras por el lápiz delineador que corrió de sus ojos miel a sus abundantes mejillas. “Feliz día de la mujer, amorcito”. “Te amo”, pidió que le escribieran a la tarjeta.

Ese día pensó terminarlo todo. Pero en el fondo supo que no se iba atrever. Eran tres años de relación “formal”. Su papá lo consideraba el yerno perfecto y su suegra le decía que mejor novio jamás se iba a encontrar. Nadie supo de las veces que le dijo “zorra” con su vozarrón, sus venas inflamadas y ojos retorcidos porque había escogido sus shorts favoritos de la playa, porque su mejor amigo de la secundaria le había dado un “like”  a su nueva foto, porque alguna vez le “pidió permiso” para salir sola con sus amigas. Tampoco sabían que a menudo le decía “pendeja” o “estúpida” cuando no les gustaba algún comentario banal que ella le hacía cuando salían a comer. No iban a saber tampoco de la ocasión en que, por saludar de beso en la mejilla a un muchacho al que le presentaron, recibió su “sutil” manotazo en la espalda en medio del restaurante, cual niña regañada que es reprendida por jugar con un objeto traviesamente. Mucho menos, sabrían que en más de una ocasión, había hecho el amor a la fuerza.

Todo parecía ser lindo y perfecto, como el arreglo de flores que llegó ese día a la oficina. Derramó algunas lágrimas que alertaron a sus compañeros de trabajo. No sentía el amo o la emoción de antes, sintió, más bien, mucho desprecio. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la canción del celular que le indicaba una llamada entrante de “Amorcito”.  – Aló-, dijo. – Amor hoy te salís temprano del trabajo y te me vas directo a la casa, ya sabes… hay que aprovechar y celebramos esa chochada del día de la mujer. Ahí te mandé unas flores, luego se rió de su cursilería- Amorcito, pero es que mañana…-, intentó decir. – No es  pregunta- y plaf colgó. Como siempre. Ella decidió no seguir pensando más. “me quiere. Algún día va a cambiar ese carácter”, fue lo último que pensó ante antes de seguir con las asignaciones del día.

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