Entre raíces y horizontes.
Por: MZ
En tierras de fervor y lucha,
Nicaragua, mi patria querida,
donde el sol besa la tierra prolífica
y el corazón de su gente late con devoción.
En el año del despertar,
el dos mil dieciocho marcó
un grito que resonó profundo,
una voz que no se apagó.
Las calles se llenaron de valientes,
de sueños rotos y esperanzas vivas,
con la fuerza del pueblo unido
en busca de un mañana sin heridas,
en busca de lograr sanar aquellas heridas heredadas,
esas heridas con las que nacemos los hijos de esta tierra.
Pero el tiempo no se detiene,
y las sombras de aquel dolor
aún se ciernen sobre la misma,
recordándonos el infortunio y el temor.
¿Quedarme aquí, enfrentar el desafío y
trabajar por un futuro enraizado?
Un futuro que se ve manchado,
profanado por las manos de la corrupción
¿O migrar hacia horizontes inciertos,
donde el pasado quede olvidado?
En cada esquina, en cada mirada,
es visible la cicatriz de la discordia,
del país que busca sanar sus heridas,
buscando la paz con tenaz concordia.
Decidir entre lo que se conoce,
y lo que podría florecer,
caminar sobre sendas desconocidas
o aferrarse al suelo que nos vio nacer.
Nicaragua, en tu dilema me encuentro,
entre el arraigo y el anhelo,
donde la historia se escribe en cada paso,
y el futuro se forja con empeño.
Que la decisión, sea cual sea,
nos lleve a un mañana de unidad,
donde el trabajo y la esperanza
construyan una nueva realidad.