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Ser joven sexualmente activo en Nicaragua

Ser joven sexualmente activo en Nicaragua

Por: Equis

Me casé “virgen” a los 23 años, y mi primera vez fue horrible. 

Antes de llegar a ese día; que sería todo un evento, ya que para la religión casarte virgen es sinónimo de pureza e inocencia, (y así pueden llegar a meterse en la cabeza hasta convencerte de que tu valía como mujer esta en el himen que puede romperse hasta por una  caída) viniendo de una familia muy devota a la religión evangélica, de padres pastores con cierta reputación en mi ciudad natal, sentía la presión de “honrarlos”, por todo lo que significan ellos, y mi forma de “compensar” todo lo que hacían por mí; el miedo era ese, que la “hija de los pastores” anduviera fornicando porque ya llevaba muchos años -jalando con ese muchacho-. El trasfondo religioso va más allá de los límites tolerables, siendo uno de los principales métodos de alienación que afecta todos los niveles y formas de vida (mental, físico, psicológico, emocional, espiritual). Desde esta cosmovisión la enseñanza fue esa, el sexo como algo impuro y para la mujer un deber cuando se convierte en esposa. No había nada de mágico, de bonito, ni mucho menos amor. 

La información que tenía era la mínima y muy básica, de las breves conversaciones con mi mamá sobre si me iba a doler o no, de las pláticas con amigas y cero educación sexual en los centros educativos a los que asistí en la secundaria, hasta que llegué a la universidad y tomé como clase electiva mi primer “taller de la sexualidad” en la ahora confiscada, UCA. Yo solo sabía una cosa, que no quería quedar embarazada cuando llegara el momento. 

No les voy a mentir, tuve mi primer orgasmo antes de casarme; ahora lo sé, en ese entonces ni sabia que era un orgasmo. Fue en un momento de besos intensos y caricias prohibidas que me llevaron al éxtasis, yo solo sentí que mi alma salió por un segundo y cuando volví sentía una descarga de endorfinas por todo el cuerpo. La curiosidad y ganas de experimentar me guiaron a este nuevo mundo de placer del cual yo quería conocerlo todo, hasta que llegué al momento de tener sexo por penetración, ahí supe que realmente no sabía nada, ni de mi cuerpo ni de cómo conectar con la otra persona. Tuve que trabajarme mentalmente para lograr disfrutar el tiempo que estuve casada, que fue muy poco. Fue intolerable la forma en que la religión oprime a la mujer en su vida sexual y su relación con el placer.

Los altos índices de embarazos adolescentes confirman la precaria condición educativa del país y esta decadencia del sistema educativo engloba todos los aspectos importantes del desarrollo (intelectual, emocional, financiero). La negligencia de nuestros dirigentes sumado a la labor de las instituciones religiosas ha logrado distorsionar por completo nuestra idea del placer y la forma en cómo vemos el sexo, resumiéndolo al mero contacto físico para lograr unos segundos de éxtasis pasando por alto todo el trasfondo que hay detrás del acto.

Después del divorcio, sintiéndome más libre y dueña de mí misma, aposté por el sexo casual y las relaciones abiertas, lo que resultó en ansiedades y depresiones casi fatales, porque si bien es cierto el sexo es una necesidad fisiológica natural más allá de eso se encuentra la necesidad profunda de conectar en todos los niveles con la otra persona, que en el mejor de los casos es a quien estaríamos amando. Partiendo de una gigante laguna mental de lo que de verdad significa entregarse en cuerpo y alma (no se puede separar el uno del otro), es casi imposible vivir una sexualidad sana y plena, lo que hace que el camino hacia la plenitud sea un poco más largo y atropellado, porque deslindando la responsabilidad del gobierno y los abusos por parte de la religión, sigue siendo nuestra responsabilidad encontrar la forma de darnos lo que necesitamos, esto incluye crear relaciones con conexiones reales y sanas. Sin embargo, todo es un engranaje, siendo la familia la base de toda sociedad, si ésta se encuentra contaminada por influencias que buscan tener el control hasta de nuestros pensamientos para mantenernos pobres de mente y espíritu, el lograr que se respeten nuestros derechos se vuelve una utopía. 

Las consecuencias de una educación sexual pobre abarcan mucho más que el ámbito económico, además de provocar más empobrecimiento, fomenta el desarrollo de una sociedad desconectada y emocionalmente carente, lo que impacta directamente en su bienestar integral. Nos privan de información de calidad que podría cambiar todo el concepto que tenemos sobre el sexo porque no les conviene que conozcamos todo el poder que hay detrás de este acto entre dos personas conscientes y conectadas, el intercambio de energías además de llevarnos a otro nivel de placer es una energía de naturaleza creadora, por lo tanto, podemos crear las más bonitas realidades o las peores pesadillas, según nuestro estado de consciencia.

En Nicaragua no se respeta ni el derecho a la vida, no podemos esperar que nuestros derechos sexuales se cumplan, lo que significó para mi toparme con abusadores sexuales y narcisistas psicópatas que trastocaron mi idea del placer generando bloqueos internos y dando espacio a un largo camino de autosanación. Esta es la esperanza para todxs, que aunque quieran reprimirnos de todas las formas posibles, no pueden quitarnos el deseo de soñar con vivir en libertad, conectando con el placer de una forma sana y consciente, porque así conectamos con la abundancia, porque el sexo no es solo placer, es crear vida, de todas las formas posibles. 

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