Edición #14
Editorial
Somos dueños de nuestra propia realidad. Somos los únicos capaces de agilizar o detener un evento y así mismo soportar lo que no se logró evitar.
En Nicaragua, durante muchos años, la legislación se ha manejado de una manera bastante superficial, creando y dando forma a leyes, decretos y reformas que benefician a unos cuantos, sin verificar si esa ley es prioridad dentro de la resolución y control de tantos problemas en el país.
Partamos del primer problema: la aplicación de las leyes existentes. Y digo esto, porque me parece absurdo que se haga una reforma a la constitución cuando ni siquiera se cumplen muchos de los derechos que como nicaragüenses tenemos establecidos en la misma. ¿Cómo podemos permitir que existan reformas a una constitución a la que ni siquiera se le daba cumplimiento en su totalidad? ¿Cómo permitir que exista una nueva constitución en la que se le da más atribuciones al Estado que a la sociedad como tal? ¿Cómo permitir que el estado tenga control totalitario sobre nosotros?
En Nicaragua, las cosas suelen darse al revés, se empieza por el final sin haber iniciado y aplicado un proceso. Las Reformas a la Constitución Política suelen ser más complicadas de lo que parecen, es mentira que sólo los abogados podemos leer y entender lo que un sirve artículo dice y con qué intención se promueve.
No podemos hacernos los sordos, ciegos y mudos a una reforma que probablemente no tenga un efecto mediático peri que si en unos meses empecemos a ver acciones que no van a beneficiar nuestra libertad como individuos ni el de nuestras familias. No podemos olvidar que aquí quieren legalizar y “legitimar” lo que causaba y metía ruido nacional e internacional. Sin embargo, no necesitas ser un sabio para reconocer lo que pasa a nuestro alrededor.