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¿Cómo se reparte la Tierra?

¿Cómo se reparte la Tierra?

Escrito por: Valeria Morales

No podía, ni quería abrir la boca. El día en que navegué por las aguas inmensas del Gran Lago de Nicaragua (Lago Cocibolca) no sabía a lo que llegaría. No sabía la majestuosidad de aquel lugar.

¿Cómo puede alguien comprar la tierra? ¿Bajo qué estándares se mide la tierra? ¿Qué requisitos se necesitan para comprar la tierra? ¿Tiene dueño la tierra? ¿Su valor se mide en billetes verdes? El recorrido por unas cuantas isletas de Granada despertaron en mí todas estas preguntas. No podía abrir mi boca, creía que ideas se movían en mi cabeza, pero no podía ni siquiera expresarlas.

El sabor agridulce del recorrido, es que, la mayoría de isletas “tienen dueño”. Alguien las compró a millones de dólares, y construyó ahí casas y hoteles de lujo. Y a mí, no me parece justo. No me parece justo ponerle un precio y privatizar la tierra. Negar la entrada, sólo porque es “propiedad privada”.

Me produce impotencia, un dolor. Unos viven con tanto lujo sobre aquellos pedacitos de tierra, y otros no comen en el día, soñando tener un pequeño lugar donde dormir. Les ponen precio y las venden a cualquier salvaje que quiera comercializar la naturaleza. Que quiere ser dueño de la tierra.

Cuando la sangre de tus venas retorne al mar, y el polvo en tus huesos vuelva al suelo, quizás recuerdes que esta tierra no te pertenece a ti, sino que tú perteneces a esta tierra.

Ellos ya lo sabían, los nativos de todas las tierras que fueron robadas, que fueron expuestas para ser destruidas por los salvajes, por los reyes y reinas de castillos. Ellos ya sabían que los “conquistadores” eran ladrones de sueños, ladrones del amor y de la paz.

Pero ahora, yo entiendo que volveremos a ser polvo, porque todos esos edificios se derrumbarán, todas esas calles se destruirán, toda esa “tecnología” desaparecerá, y nosotros, vos y yo, los salvajes, seremos dueños de la nada. Porque nada nos pertenece, aunque tengas un título por la casa, o una factura por la compra de… no somos dueños de nada, ni siquiera de nuestro cuerpo.

Todo ha sido prestado, hasta la vida. La raza humana no es eterna.

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