
Una espiritualidad ecológica

Por: Carlos Bojorge
—Sr. Einstein, ¿usted cree en Dios?
—Sí, yo creo en el Dios de Spinoza.
Para comprender la respuesta del brillante científico Albert Einstein, primero debemos conocer al filósofo holandés Baruch Spinoza y su concepción meramente panteísta de Dios, o más bien, lo que él pensaba que era Dios. En 1677, Spinoza propuso una idea totalmente contradictoria sobre las bases de la teología en su obra Ética demostrada según el orden geométrico. Para él, la divinidad no era un ser trascendente que creaba el mundo, sino que Dios era la naturaleza misma (Deus sive Natura), una sustancia única, eterna e infinita que engloba todo lo que existe. En este Dios creía Einstein.
Vivimos en una era marcada por grandes avances tecnológicos. Desde hace años dependemos de lo virtual y lo digital, en una época modernizada, pero cada vez más desconectada de lo natural. Escritores del realismo mágico y cineastas de ciencia ficción aseguran que seremos dominados por la inteligencia artificial. No es un disparate pensarlo, tomando en cuenta lo torpe que puede llegar a ser el ser humano. Cada día aumenta la contaminación ambiental mientras vos que lees estas líneas, te levantas ansioso por las mañanas para revisar las absurdas notificaciones en tu dispositivo móvil. Y no hacemos nada. Aunque hablar del problema medioambiental pueda parecer un cliché, la realidad es que urge tratarlo.
Debemos volver a nuestros orígenes, vivir plenamente el presente y comprometernos con la preservación de nuestra Casa Común. Es el único hogar que tenemos. Debemos experimentar y retribuir el amor que la Madre Tierra nos da a través de la maravilla de su naturaleza, construyendo una espiritualidad ecológica que fortalezca nuestro compromiso con el medioambiente. Esto implica sentirnos parte de la gran comunidad de vida que es la Tierra y mantener esa interconexión con la naturaleza y todo lo que la conformidad.
En mayo de 2015, el Papa Francisco publicó su segunda encíclica, Laudato si (Alabado seas), donde invita a una “conversión ecológica”, un cambio profundo en la forma en que nos relacionamos con Dios, con los demás y con la creación. De esta manera, Francisco refuerza involuntariamente la teoría anatematizada de Spinoza, pues plantea que la naturaleza es un don divino y que Dios se manifiesta en ella. Por lo tanto, estamos obligados a respetarla y preservarla.
Es preocupante que en las grandes universidades se enseñe “educación financiera”, pero no se imparta una educación ambiental e integral para abordar los problemas globales de hoy. En aspectos sencillos y cotidianos podríamos dejar de maltratar el medio ambiente, pero ignoramos nuestra responsabilidad y mostramos poco interés en detener la destrucción del planeta. Es fundamental informarnos y promover un consumo responsable, evitando el despilfarro de recursos naturales. Solo así contribuiremos a la paz ambiental.
Como agentes de cambio, podemos desarrollar nuestro propio plan para practicar la
espiritualidad ecológica. Esto puede ir desde actividades campestres como Earthing, Picnics, nadar en el mar o correr, hasta organizar foros, debates, manifestaciones públicas e iniciativas de ley. Todo esto nos permite reconectar con la naturaleza y desenchufarse, aunque sea por un tiempo, del ruido dañino de la tecnología y la contaminación. No se trata solo de agradecer a la Tierra por todo lo que nos da, sino también de reconocer en ella la presencia de Dios Padre y Madre. Más allá de la sacralización de la naturaleza, veo a un Jesucristo todavía crucificado en la crisis ambiental que enfrentamos. Si Spinoza veía a Dios en la divinidad de la naturaleza y Francisco refuerza esta idea, para mí queda claro que Dios también está presente en la explotación que el hombre ejerce sobre ella. Han pasado dos mil años, y siguen escupiendo el rostro de Cristo de una manera distinta, pero igual de cruel.
Es momento de asumir el compromiso. Nadie salvará la naturaleza por ti. Si quieres garantizar un futuro para las nuevas generaciones, tu aporte es fundamental. Haz la carga menos pesada y no azotes más tu único hogar. Infórmate y únete a todas las iniciativas que trabajan en pro de la preservación del medioambiente.