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Transporte público: caos y tragicomedia

Transporte público: caos y tragicomedia

Escrito por: Indira Mayorga.

Tengo 5 años de viajar en los microbuses de Masaya a Managua y viceversa por motivos laborales. A esto agrego el viaje en las rutas para trasladarme dentro de Managua.

La experiencia de viajar en los microbuses es cansada, debo trasladarme hacia las terminales respectivas para lograr ir “medio cómoda” y encontrar asiento. Se supone que son “microbuses expresos” pero nada más alejado de la realidad van de estación o kilómetro a kilómetro deteniéndose para subir pasajeros o por lo que sea. Además, generalmente el conductor va con el celular en la mano sea chateando o avisándoles a sus colegas si están o no los del MTI, utilizan sobrenombres de los funcionarios del MTI para dar el aviso.

Hasta aquí solo es una parte de ese recorrido. Por “medio cómoda” que vaya porque logré asiento, es un transporte que siembre va sobrecargado de pasajeros y termino “chineando” a otros pasajeros o voy con una mochila sobre mi cabeza. ¡Terrible! Y los cobradores que gritan durante casi todo el viaje y se molestan cuando les pido el vuelto. Es una tragedia cotidiana, entre el caos y el cansancio.

En las rutas internas, ya en Managua.

Para trasladarme dentro de Managua tuve que invertir en una tarjeta TUC, gasté mis cincuenta pesos más el ingreso de saldo cada vez que se me acaba. Y si me olvida o algo por el estilo busco a los “5 y le marco”, pero las casetas llenas de vendedoras y usuarios, ah! y esa parada de la UCA casi que me pongo en media calle, bajo el inclemente sol durante el día y correr como en maratón para tomar la ruta que me traslada.

Ah! Y si me toca una ruta “malmatada”, de esas con sillas quebradas, deterioradas por el sarro. Pues ahí quedará parte de mi ropa. Hay que lidiar con la poca cortesía de la gente que pueden ir bien sentadas, pueden llevar al lado a mujeres embarazadas, ancianas, ancianos o personas con discapacidad, en los buses es el lugar donde esa “solidaridad y cortesía” es casi nula.

Ya ni hablar de la “tocadera”, esos “roces” que te amargan el día, del “acoso” que un día tuve el valor de denunciar y más bien una pasajera me dijo que “yo” era una vulgar por mencionar la palabra pene y acosador.

Viajar en transporte publicó debería de ser catalogado como un deporte EXTREMO.

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