Taytay
Por: Rolando Dávila-Sánche
Como centroamericanos, nuestros países comparten una historia, cultura y geografía comunes, que nos unen, quisiera pensar, a pesar de sus diferencias.
En términos sociales, la mayoría de la población es mestiza, producto de la mezcla forzada entre indígenas, africanos y europeos. Aunque algunos países han experimentado o promovido distintos procesos purga y segregación. Tenemos como idioma oficial el español, aunque en algunos países también se hablan idiomas indígenas; pero esto es muy puntual, sólo Guatemala parece tener el mayor segmento de población que aún habla nuestra antigua lengua de origen, y cuándo no, si pareciera haber una especie de desdén o de olvido por la misma, por lo raro, por lo distinto… para muestra el número 114 de esta revista que trata sobre el racismo. Y cómo no podría ser de otra forma, la religión predominante es el cristianismo, con una importante presencia del catolicismo y crecimiento de la rama evangélica.
En aspectos políticos, todos los países son repúblicas democráticas, bueno, con un sistema de gobierno presidencialista. Sin embargo, la región ha sido históricamente marcada por la inestabilidad política, con frecuentes golpes de Estado y conflictos civiles; que ahora han migrado a una versión un tanto más diplomática.
En procesos históricos, compartimos una historia común que se remonta a la época precolombina. La región estuvo poblada por una gran diversidad de pueblos indígenas, que desarrollaron complejas culturas y civilizaciones. Tras la llegada de los españoles, Centroamérica fue conquistada y colonizada por España. La región logró su independencia en el siglo XIX, pero su historia ha estado marcada por la inestabilidad política y los conflictos armados; la historia de los humanos.
A pesar de las diferencias, los centroamericanos compartimos una serie de elementos comunes que nos unen, son la base para la construcción de una identidad centroamericana común. Un sueño tan viejo como la misma historia de los países, pero con los mismos desafíos para lograr la tan ansiada unidad: pobreza, desigualdad, violencia y migración. Aún la persona más positiva la tiene difícil para encontrar en estos desafíos oportunidades para la integración y el desarrollo.
La construcción de una identidad centroamericana común es un proceso complejo y gradual, tiene la corriente en contra, si por años se ha promovido la pugna por la diferenciación por autonombrarse y auto-percibirse como el mejor entre “estos. Sin embargo, es un proceso necesario para que la región pueda enfrentar los desafíos que enfrenta y alcanzar su pleno desarrollo, ese sueño de antaño puede hacer la diferencia.
Algunos pasos se han alcanzado en la construcción de su unidad, mal que bien según la óptica, como:
- La creación del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), que es un organismo regional que promueve la integración política, económica y social. Cuya funcionalidad puede ser crítica hasta de la persona más positiva.
- La creación del Mercado Común Centroamericano (MCCA), que es un espacio de libre comercio entre los países de la región. Pero con exclusiones, según la polarización política y social de diversas formas.
Tal vez este sueño se logre alguna vez y no sea sólo un slogan como algún vecino por ahí usa en sus campañas, y así alcancemos a tener finalmente opción de elegir, más allá de las diferencias, lo que los une. Nombrarnos en común unicidad y no por la combinación de una palabra griega y del continente, que usó algún extranjero descendiente de migrantes lejanos formulada al estudiar lo nativo cuatro siglos después de su conquista.