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Centroamérica utópica

Centroamérica utópica

Fernando J. Treminio

Centroamérica es más que un istmo, más que un destino turístico, más que un bonito lugar. Centroamérica es la hermandad de pueblos que comparten historia, cultura, belleza, clamores y anhelos similares. Desde sus orígenes, la población del territorio centroamericano ha demostrado la fiereza de sus convicciones y la valentía para defender a sus congéneres. La lucha de los centroamericanos por preservar su idiosincrasia, las batallas en los últimos dos siglos por recuperar su libertad y los esfuerzos llevados a cabo actualmente contra los gobernantes opresores, son la muestra visible y veraz del interés colectivo del ciudadano centroamericano por el bienestar de su gente.

Basta con leer los libros de historia, estudiar las culturas de los países de Centroamérica e investigar sus actividades económicas para darnos cuenta de la riqueza que dichos países poseen. El relieve de su terreno favorece una variedad climática y vegetal asombrosa, en sus expresiones artísticas y culturales confluyen la historia y el entorno que hay en sus países, su economía podría ser autosostenible gracias a la riqueza de sus suelos y sus aguas que favorecen la actividad agrícola, ganadera y pesquera; añadido a eso, Centroamérica está repleta de hermosos lugares que permiten la visita de turistas y exploradores nacionales e internacionales.

Un rasgo característico de las repúblicas centroamericanas son sus banderas, las que comparten la representación de sus valores y de los dos océanos que abrazan su suelo y su cielo, convirtiéndolas en una faja de tierra entre la azul inmensidad. Además, desde tiempo atrás, Centroamérica se ha visto envuelta en la lucha contra la colonia española e inglesa que siempre pretendió imponer su cultura y modo de vida a los habitantes a través de la obligación de la fe, la ley y el idioma. Ejemplo de ello son el mestizaje, los bailes y trajes típicos, las festividades y las ciudades coloniales, como Antigua (Guatemala), León y Granada (Nicaragua) y Comayagua (Honduras).

Sin embargo, los problemas de Centroamérica no cesaron con las guerras de independencia que desembocaron en dicho suceso en 1821, desde entonces hemos tenido que hacer frente a personas que, a pesar de tener la misma nacionalidad nuestra, contienden contra los habitantes de su propio país, lo que ha provocado la instauración de dictaduras o gobiernos opresivos con más continuidad desde el siglo XX hasta la actualidad. Eso ha orillado a los pobladores de Centroamérica a levantarse en armas e iniciar protestas contra dichos gobernantes, situación que ha redundado en revoluciones que han sido traicionadas por sus mismos artífices. Los sistemas y partidos políticos han seguido el modelo de promesa-traición o intento-fracaso. Por esa razón, surge la necesidad de desmitificar la imagen moral de los líderes revolucionarios o políticos, pues la historia ha demostrado que la permanencia en el poder de una persona corrompe los ideales que alguna vez fueron las bases de un sueño.

Como consecuencia, la unión centroamericana parece una utopía, pues es casi imposible lograr que sus repúblicas unan fuerzas para progresar porque, a pesar que sus gentes son el ejemplo de pueblos hospitalarios y trabajadores, los gobernantes que rigen las naciones obedecen más al caudillismo que al verdadero liderazgo cimentado en velar por el beneficio de la población y el avance socioeconómico del país. Lamentablemente, las fronteras que separan a las repúblicas centroamericanas no son solo las físicas, sino también las políticas, económicas e ideológicas. Desde luego, no se pretende una unión centroamericana como la de siglos anteriores, con fines coloniales, militares y económicos; sino un proceso de unificación para promover y preservar la paz, la integración y el apoyo entre los países centroamericanos.

¡Cuán agradable sería que ningún centroamericano se viera obligado a exiliarse, a migrar o a guardar silencio ante el terror de ser perseguido o torturado por nadie! ¡Cuánto disfrute habría en el cese de los intereses individualistas, nepotistas y favoritistas! Mas bien, más ventajosa sería la práctica de iniciativas sociales en las que los beneficiados sean los desfavorecidos, no con el propósito de aumentar seguidores o votos, sino con el objetivo sincero de aportar al progreso. La virtud del centroamericano se encuentra en sus raíces, en la historia que corre por sus venas y el porvenir que en el aire respira, por eso todos podemos contribuir al proceso de cambio y mejora centroamericano apoyándonos mutuamente, ayudando a los migrantes, no siendo partícipes de acciones injustas ni malvadas por parte de personas con alto poder, ni asumiendo actitudes etnocentristas, racistas y xenófobas. Si así lo hacemos, la utopía de la unión centroamericana no se avizorará demasiado lejana, lograrlo es un esfuerzo de muchos, por tal razón, este tiempo de celebración de la independencia de Centroamérica debe utilizarse para el diálogo internacional a fin de limar las asperezas entre las repúblicas centroamericanas y proponer y cumplir líneas de acción para unificarse y así hacer brillar la luz del ser centroamericano.

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