
SUJO, todo lo que Emilia Pérez decía que era

Por: Eliezer Román
Sujo sigue la historia de joven michoacano, huérfano desde los cuatro años, por desconectarse de su pasado y el de su familia ligado al crimen organizado en una zona rural del país. Se trata de una coming of age que toca temas delicados y difíciles de plasmar sin caer en el romanticismo, ya sea del propio crimen organizado que azota a toda una región o el sentimentalismo patriótico que inunda a ciertas producciones.
Imposible escapar del pasado
Josué, un sicario es asesinado en una saldada de cuentas, deja huérfano a su hijo Sujo, quien pasa a vivir con sus tías, Nemesia y Rosalía. Sujo pasa la mayor parte de su infancia en total aislamiento mientras las represalias contra su padre siguen a flor de piel. Al entrar a la adolescencia, sus tías no pueden evitar que el chico se sienta atraído por la vida del crimen organizado, pero un giro en la historia hace que huya a ciudad de México donde tratará de ganarse la vida de forma un poco más honesta, desarrolla una amistad con una profesora de la universidad, pero el pasado vuelve a visitar su puerta y entonces tendrá que revelar la verdad sobre su vida y la de su familia.
La cinta retrata con una crudeza poco vista en el cine y hasta cierto punto poética, el personaje principal, por mucho que trate de escapar de su pasado asociado al crimen organizado, siempre parece perseguirle, lo cual, hasta cierto punto nos indica de manera pesimista y realista, lo difícil que ha sido la problemática en ese país, y como afecta la vida de las personas, como una pesadilla que parece nunca acabar.
Una mirada femenina
La película también aborda de forma exquisita como la figura femenina termina reemplazando a la figura paterna debido a las desapariciones por parte de los carteles, en este caso, las tías salvan a Sujo desde pequeño asumiendo el rol de padre y madre en la vida del protagonista, una realidad recurrente en toda Latinoamérica.
Rara vez una película deja tan mal sabor de boca como la mencionada Emilia Pérez que nos hace cuestionar el arte que se hace en la región de Latinoamérica, pero gracias a propuestas como la brasileña Aún Estoy aquí y la mexicana Sujo, nos devuelve la esperanza en el séptimo arte.
Dirigida por Astrid Rondero y Fernanda Valadez, la cinta fue seleccionada para representar a Mexico en la pasada edición de los premios Oscar, y a pesar de no haber sido nominada a mejor película extranjera, estuvo en boca de todos acerca de cómo sí se puede tocar temas sensibles que afectan a un país sin caer en lo caricaturesco como cierta película francesa.