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Panteón De Flores

Panteón De Flores

Por: Santiago J. Moya

Allá por la década de los 80, mientras un pequeño país se desbordaba de conflictos armados e incertidumbre, se encontraba un par de vidas, un par de seres de naturaleza;  alejadas de los balazos y destrucción, era una anciana que criaba a su nieta, su única compañía luego de que muriera su hija durante el parto de la pequeña. Vivían al norte del país de forma ermitaña, mientras los años pasaban y la chigüina iba creciendo la anciana le enseñó las cosas de la vida diaria, el cultivar, el cazar y el sobrevivir de la naturaleza y de igual forma cuidarla y retribuirle todo de lo que se servía de la gran pacha mama.

La abuela quien solo se dirigía a la niña como ¨Chula¨ y quien a pesar de tener un carácter fuerte, era una vieja muy sabia y conocía muy bien los recursos; y era tan amante de la naturaleza que solía decir que hablaba con los árboles y animales del lugar. La niña fue aprendiendo todo lo que le enseñaba la abuela y poco a poco mientras crecía la niña tomaba el lugar de la vieja.

Una tarde durante el invierno la Chula se dirigía a la choza para hablar con su abuela que estaba acostada debido a un extraño resfriado, pues habían pasado semanas postrada en lo que ellas le llamaban cama, unos remiendos de tela con hojas de chagüite asimilando un pésimo colchón, ahí en ese pequeño rincón llegó la pequeña que para entonces ya tenía unos 7 años de edad, se sentó y moviendo a la anciana para despertarla se dio cuenta que no reaccionaba y sintió aquel cuerpo todo helado; así es, su abuela había muerto, ya no quedaba más que un cascaron de aquella vieja sabia, desgastada por los años y experiencias ,la niña inmutable con sus ojos sorprendidos ante el hecho pensaba rápidamente lo que debía hacer, y luego de llorar unas horas, fue a cavar un hoyo ,fue así que regresó a la choza y envolvió el cadáver en sábanas y un petate que encontró por ahí, arrastró el bulto tirando a como su escuálido y pequeño cuerpo podía hacia el hoyo que ella misma había hecho al pie del ceibón más grande que había, sabía que a su abuela le gustaba visitar ese árbol que lo hallaba mágico, quizás ahí también estaba enterrado su esposo, quizás se sentía sola y ahí encontraba paz o quizás realmente hablaba con los arboles del lugar.

Luego de años en uno de tantos días y por la noche, se apareció un chavalo de unos 17 años huyendo de la guerra, vestido de piricuaco y de los cuales se hacían llamar los cachorros. La chula asustada por los ruidos se despertó, se levantó y buscó un garrote, saliendo con escalofríos de saber qué es lo que andaba haciendo tanto alboroto ¨quien anda ahí¨ gritó la chula que para entonces ya tendría unos 15 años, al ver al cipote todo asustado, le grito que es lo que buscaba y este le dijo que por favor lo escondiera; se le veía la cara tosca, ruda y asustada. Era la primera vez que la chiquilla miraba a un hombre pues nunca conoció a su padre ni mucho menos a un abuelo, mejor dicho a ningún familiar varón. La chula aun con miedo lo dejó dormir bajo su techo esa noche pero muy atenta de aquel chavalo desconocido.

Pasaron los días y el chavalo permanecía aun en la choza de la chula, el chiquillo se comportó y había caído en gracia a la muchachita, era servicial, le ayudó en las cosechas y cultivos, en las cosas hogareñas y ahí empezó o nació una pequeña historia de romance y amor. Mientras los años pasaban la pequeña pareja al fin logro formar una familia, tres hermosas niñas, de ojos claros, cabello negro tan negro como el carbón y de piel morena como la canela. 

Para entonces sus hijas tenían edades de entre 9, 7 y 3 años de edad, ya la guerra había cesado hace algunos años, ya incluso merodeaban la zona que de hecho era muy desolada y alejada para cuando la abuela aún vivía. Que impredecible es la vida que cuando ves felicidad siempre pasa una calamidad.

 Un día un grupo de vagos tratando de cazar un garrobo, encendieron un zacatal seco para producir humo y que saliera del tronco donde se había metido y al no salir lo dejaron de buscar y se abrieron paso entre la maleza, buscaron otros lugares, pero tan desafortunado era el día que siguieron cazando de la misma manera haciéndolo por diferentes puntos y sin percatarse de la tragedia que estaban provocando, ya habían rodeado la zona donde precisamente estaba la choza de la familia ermitaña; el problema estaba en que en aquel tronco donde iniciaron a buscar el garrobo junto a las demás humaredas que habían encendido se fueron intensificando y fue lo que provocó un incendio forestal de tal magnitud que encerraron a la chula y su familia. Las llamaradas lograron avanzar tan rápido que no hubo tiempo de que se percataran que estaban encerrados por un anillo de fuego. Aquel humo intenso y sofocante llego al fin hasta su presencia, no tenían hacia donde correr y minutos luego se desmayaron  por lo denso del humo cayendo al suelo, que a pesar de quedar inconscientes no había marcha atrás, pues tras llegar el ardiente fuego hasta aquellos cuerpos no había otra forma de  reaccionar ante el ardor y dolor al quemarse literalmente vivos, eso fue los que los despertó. Ni a metros de ahí  se escuchaban los alaridos de las niñas pero de haber sido así, créanlo, eran desgarradores, agonizaban de dolor; expulsando sus últimas lágrimas por el sufrimiento muriendo de una de las maneras más crueles que existen ante aquel siniestro provocado por hombres insensatos e ignorantes. Ese día se perdió el cuarenta por ciento de la fauna y flora, y peor aún, la vida de 5 personas que no tenían culpa, motivo, ni razón de haber vivido tal desgracia, desaparecieron la sonrisa, brillo, felicidad y tranquilidad de 3 pequeñas florecitas y sus padres. 

Cinco años después de aquel siniestro entre tantos escombros y pedazos de árboles carbonizados que aun perduraban como prueba de la calamidad, aquel olor áspero comenzaba a desvanecerse, tras estudios de la zona por organizaciones ambientalistas que comenzaban a surgir  lograron dar con restos de las víctimas, hicieron investigaciones y trataron de recrear el suceso, se percataron que fue por incendios provocados premeditados.

 Desde entonces aquel lugar donde yacían las niñas y sus padres, había surgido un jardín extenso y que hasta entonces permanece, se podría decir que la tierra los acogió en su vientre uniéndolos en paz y armonía.

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