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Palabras Sencillas

Palabras Sencillas

Escrito por: Adán Vega

Nicaragua atraviesa por un capítulo negro de su historia en la actualidad. 309 personas han fallecido desde que inició la crisis el pasado 18 de abril, así lo afirmó este martes el presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos (ANPDH), Álvaro Leiva en conferencia de prensa. No es de dudarlo, cada día que pasa la lista de muertos, heridos, torturados y secuestrados aumenta.

En Nicaragua se necesita un cambio, un cambio de verdad y no un simple romance como lo hemos vivido con los partidos políticos y la maldición que tenemos de crear dioses humanos. A Ortega le dimos todo el poder con su socialismo del siglo XXI nos acorraló a un abismo sin salida; nos tiraba con sus propias manos, pero era inocente o nos daba la mano para salvarnos a un precio, porque nada es gratis. Debíamos pagarle con mayor esfuerzo, pagando los platos rotos sin haber comido del banquete, nos propuso ser como esclavos con una reforma inhumana e irracional. Para el pobre siempre el plato más feo.

Si bien es cierto, todo inició con las observaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual le dio una serie de recomendaciones al papá gobierno, y como Daniel es un buen alumno obediente del neoliberalismo y aprendiz del capitalismo, puso a sus secuaces a quemar neuronas para que su pueblo que tanto repite pagara sus arbitrariedades; crearon una reforma casi instantánea. Bueno, el lunes 16 de abril, el presidente ejecutivo del Instituto Nicaragüenses de Seguridad Social (INSS), Roberto López, anunció un paquete de reformas al reglamento de seguridad social que aumentaba el aporte de los trabajadores y empleadores al INSS, achicaba las futuras pensiones y creaba un tributo ilegal a las pensiones del cinco por ciento, entre otras medidas, para salvar de la quiebra a dicha identidad, según publicó el diario La Prensa. Todo esto sin consultarlo al llamado pueblo que ellos representan.

Todo fue muy rápido no tardaron ni 24 horas para aprobar dicha reforma en la Asamblea Nacional, otra jauría de marionetas, vulgares mal llamados padres de la patria. Les recuerdo que estos señores se aumentaron el salario a inicio del año, los disque opositores no se opusieron al saber que su billetera se llenaría más de reales; menos los sandinistas, los diputados héroes del pueblo.

Cambio: es definido como acción de efecto de cambiar, según la Real Academia Española. Cambio es lo que decidimos como jóvenes universitarios, este acto de romper el paradigma que tanto se nos decía en las aulas de clases, que estábamos tan lejos de nuestra realidad porque nosotros los millennials nos hipnotizamos con la tecnología, priorizamos el celular móvil antes que el papel higiénico para ir al inodoro.  Tan así estábamos, y no se diga lo que estábamos consumiendo con los medios de comunicación, solo basura, utopías corrompidas y equivocadas.

El pueblo siempre ha querido un cambio, un cambio que solo ha sido un sueño de pobre, sí, solo los pobres sueñan con el estómago vació por un mundo mejor. No podemos seguir con más de lo mismo las empresas privadas siempre han estado renuentes a un incremento salarial contando que con cada año lo único que incrementa es el precio de la canasta básica, el pobre se vuelve un estratega sin saberlo para poder llegar a fin de mes y esto es un juego de nunca acabar.

Hoy veo hacía atrás y nos vemos asustados por las balas, pensamos en marchar sin problema alguno, aunque yo sabía lo que había ocurrido la noche anterior al 19 de abril, a las afuera de la Universidad Centroamérica (UCA), eso marcó mi percepción como ciudadano, como comunicador para el desarrollo, mi tiempo se detuvo al ver tantas armas blancas en manos de las turbas del terror, esos motorizados orteguistas, la policía se alejó campante sin problema, para ellos era normal como si nada pasara… Lo viví todo y estábamos aterrorizados.

Cuando entré a estudiar Comunicación para el Desarrollo en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Managua (UNAN-Managua), aposté por el cambio y no solo de mi vida, sino también a un cambio de mi nación, no me lancé a las calles, ni mis compañeros y otros centenares para quitar un presidente, y su gente, sería absurdo encerrarnos en esa simple idea, debemos apostar a un cambio de sistema tanto político, económico, y social.

No podemos seguir con ese romance que manteníamos como nación y gobierno, era casi masoquista; nos agredían y nos endulzaban con tantas palabras floreadas todos los medios días; siempre con esa voz peculiar de la vicepresidente Rosario Murillo; pregonando amor, mentiras y casi dueña de una crisis nacional colateral. Hasta que llegó el día, la revolución de abril, un abril de flores amarillas que se apoderaron de las calles de Managua, el inicio y el final de una nueva página para la historia de Nicaragua. Nos comprometimos a cambiar el rumbo de las decisiones arbitrarias de un gobernante incapaz de gobernar o mejor dicho de “administrar”.

Somos una nación multiétnica con una diversidad de cultura y con distintas necesidades desde diferentes puntos de vistas. No podemos hablar de democracia cuando siempre recortamos al sector educación en el Presupuesto General de la República, muchos menos cuando jamás se ha tenido una educación inclusiva, todo ha sido “mampara”, y hablo cuando las escuelas no están acondicionadas para niños con discapacidad. Un plan de educación que sí se incluyan las lenguas indígenas entre ellas el miskito, inglés creole, sumo o mayagna y garífuna. Sin obviar que hay otras lenguas en la zona del pacífico y el triángulo del norte, no podemos hablar de democracia cuando nos hemos empecinados a no dejar vivir estas lenguas o culturas; también tienen derecho a existir, porque han sido protagonistas de nuestra historia y la han sabido escribir…

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