Me gusta mi vecindario
Por Kenneth Suárez
Me gusta mi vecindario. Sus calles son muy tranquilas y limpias. Mis vecinos son chismosos, pero no metiches. Hay árboles en cada acera y un parque grande para los niños pequeños.
Toda mi vida he vivido aquí. Mis padres se acababan de casar, y querían un lugar decente donde vivir, lejos de las historias de pobreza, violencia y drogadicción de sus barrios de origen.
Cuando era chiquito mi mamá se preocupaba muchísimo: no me permitía jugar más allá de media cuadra de la casa y se ponía nerviosa cuando iba al fondo de esta, perdiéndome de vista.
Su preocupación me resultaba excesiva, pero aún la obedecía, temeroso de que me castigara y no me dejara salir a jugar. Incluso siendo un niño me daba cuenta de la seguridad que me rodeaba.
En el vecindario se pagaba la vigilancia, pues todos los padres eran sobrevivientes de la guerra. Querían que unos extraños se encargaran de combatir sus paranoias y que resguardan a sus retoños.
Más allá de las paredes que cubrían la vecindad notaba los problemas ajenos. Miraba barrios de calles sin pavimentar, niños muy sucios y descuidados corriendo por doquier, hombres groseros que gritaban cuando estaban borrachos y mujeres silenciosas con muchas ventas o cualquier otro negocio pequeño.
Notar esas diferencias me hizo darme cuenta de lo afortunado que era por vivir en mi vecindad. Si bien mis padres y los padres de mis amigos tenían, en su mayoría, orígenes humildes, habían querido algo mejor para sus vidas.
Los viejos trabajaron muy duro por varios años. Ansiaban casarse y tener una familia antes de los treinta años. Venían con las heridas abiertas de la guerra, sin que eso les impidiera esforzarse.
Estudiaron mucho, algunos viajaron fuera del país, becados, en los años 80. Volvieron con la convicción de preparar a sus hijos en un ambiente mejor, lo más alejado de la miseria posible.
Cuando crecí y aprendí sobre su origen mi vecindario me llegó a gustar cada día más. Incluso tengo planes de comprar una de sus casas, cuando tenga el suficiente dinero, y quedarme.