Los 20
Por: Anthony Hidalgo
Me encuentro en los famosos 20, donde se supone que nunca seré más joven que hoy y donde mi energía y optimismo deberían estar al límite, pero en Nicaragua, en medio de una crisis social, política y económica; tratando de salir adelante y sin tantos privilegios no es una opción quedarte sin opciones.
Cada día veo a mi alrededor y los muchachos de mi edad tienen vivencias, pensamientos y sentimientos similares a los míos y aunque nos diferencian muchas cosas extrañamente nos identificamos por una sola: “Quiero salir adelante”. Algunos solamente quieren tener un estilo de vida aceptable, justo y verdaderamente necesario para poder tener un espacio entre la familia y una vida laboral saludable, pero también estoy segura que otros buscan brillar, resaltar, comerse el mundo y ser reconocidos como personas que realmente alcanzaron el éxito para poder dejar un precedente de que realmente se puede salir adelante y claro que no puedo dejar de lado a aquellos jóvenes a los que les robaron los sueños, el aliento, el alma y la vida. Esos jóvenes que viven por inercia, que están deprimidos o agotados de tanto intentar salir adelante, esos jóvenes que tienen la mente cansada de aplicar a universidades y no ser aceptados, que tienen los pies cansados de dejar papeles o enviar CV´S que quizás nunca fueron revisados o que están cansados de escuchar que no aplican al puesto laboral por que están muy jóvenes, porque tienen poca experiencia o que su perfil es muy junior, cuando es obvio que para poder tener una primera experiencia laboral es necesario un voto de confianza y aunque muchas empresas no lo ven como algo rentable, en realidad los jóvenes buscan aprender, ser guiados y absorber conocimientos para poder ser grandes profesionales. Entonces es cuando te preguntas cuál es el factor determinante o que es lo que necesitas para poder encontrar una verdadera oportunidad de vida en este país donde la incertidumbre es el pan de cada día.
Me viene a la mente cuando inicié mi primera experiencia laboral, luego de haber sido rechazada 2 veces por la UNAN Managua y no haber aprobado esos exámenes de admisión y aunque sabía que esos resultados no me definían como persona era difícil no entrar en pánico o dejar de tener un ataque de ansiedad por que, aunque para muchos eso no es gran cosa, a esa edad sentís que se te viene el mundo encima. Tenía 18 y estaba muy sometida en la iglesia cristiana, creía mucho en Dios y aunque en mi casa no nos estábamos muriendo de hambre, sí estábamos atravesando por ciertas carencias que hoy en día entiendo que eso no es calidad de vida, pero jamás juzgaría a mis padres ya que dentro de los matices que entiendo tienen la maternidad y paternidad ellos estaban haciendo lo mejor que podían y desde siempre pues eran bebés cuidando a unos bebés, por otro lado este tipo de situaciones me hacían darme cuenta que no era el futuro que yo quería para mí, buscaba algo mucho mejor y con un poco de ambición y fe en Dios le oraba todos los días para que pudiera darme la oportunidad de trabajar, no pedía mucho, solamente un salario que me permitiera ayudar en casa y cubrir mis gastos personales, pero de verdad que los planes de Dios son perfectos y en Agosto de 2019 recibí una llamada que me cambió la vida totalmente. En un inicio la plaza vacante no era tan ideal para mí, pues recién había cumplido 18 años, solamente tenía experiencia y voluntariados con ONG´s que siempre me han apasionado y una que otra experiencia laboral informal, eso sin contar que ni siquiera había iniciado una carrera universitaria, pero luego de varias entrevistas y varios filtros logré entrar a una empresa reconocida a nivel internacional y era un lugar con el que muchos profesionales soñaban, claro que en ese entonces yo no lograba comprenderlo así.
Analizando mi experiencia en este lugar logre atravesar por 3 fases totalmente distintas, la primera definitivamente fue el primer amor y es que estaba deslumbrada con el salario que en ese momento era demasiado bueno para mí, aunque por otro lado tenía que competir con otras personas por el mismo puesto que tenían perfiles súper mejores al mío y en eso en cierto modo me causaba un grado de estrés que a veces no podía controlar, pero al final logré finalizar con éxito los primeros 3 meses de prueba y me quedé con el puesto. En esta misma etapa me sentía exitosa, sentía que había logrado entrar en un mundo totalmente distinto al mío y al que casi, casi lo comparaba con el paraíso, pues estaba rodeada de mentes realmente brillantes y eran grandes personajes en LATAM que hacían que aumentara en un mil por ciento mis expectativas de vida, hablando intelectual, económica y personalmente, pero también conocí a personas que parecían buenas, todo el tiempo tenían una sonrisa en el rostro y parecían cálidas, aunque al final definitivamente eran todo lo contrario, eran como llenas a la expectativa de cuál era el primer cadáver a su disposición para poder devorarlo, buitres que sobrevuelan sobre situaciones que agobian a otros compañeros para ver qué ventajas pueden sacar, pues su principal objetivo era sin duda alguna quedar bien con los jefes a toda costa y aunque a sus espaldas hablaban mal de ellos, siempre trataban de elogiarlos, endiosarlos y hasta compartir ideales diferentes a los propios con tal de quedar bien y tratar de destacar, pero de verdad que existen más profesionales de este tipo en el mercado laboral, sí es que se les puede llamar así claro y aunque parezca cliché también conocí a esos compañeros que parecen odiosos y hasta invivibles, pero que resultan ser excelentes profesionales y seres humanos que te apoyan y te hacen de una jornada laboral los días más felices y especiales que puedes tener en un trabajo. Luego, en la segunda fase, me sentía como toda una experta en lo que hacía, según mis jefes y compañeros era muy buena y resiliente ante cualquier situación que se me presentara, pero aun así empezaba a preguntarme cuales serían mis siguientes pasos y que tanto crecería en este lugar, pues mi familia y amigos estaban orgullosos de mi trabajo y siempre, pero siempre le di las gracias a Dios por que sabía que lo que había logrado, absolutamente todo era gracias a él. La tercera etapa fue la más difícil, pues luego de la pandemia comenzaron los recortes de personal en los que gracias a Dios no fui incluida, pero el ambiente comenzó a tensarse y las cosas realmente no fueron igual. En la tercera y última etapa, vinieron los cambios, lo primero fue que a inicios de 2020 cuando la pandemia era innegable en Nicaragua, nos enviaron a trabajar desde casa y lo que se supone era mi lugar de descanso, también se había convertido en mi oficina, pues mi cuarto era el único lugar apto para trabajar ya que mi casa es una cajita de cartón y además de lidiar con la abrumadora situación mundial, tenía que adaptarme a la idea de que ya no tenía un espacio propio y en ocasiones por no decir la mayoría del tiempo me sentía extremadamente deprimida y agotada, pues no había una barrera diferenciadora entre mi propio espacio y mi trabajo. Luego vinieron los cambios en el equipo y el liderazgo era totalmente distinto, pero gracias a Dios quedé rodeada de excelentes profesionales y muy buenas personas con las que logré crear amistades más allá de nuestra relación profesional y eso fue de mucha ayuda en esos momentos, pero como desde mi perspectiva lo bueno no dura tanto tiempo, eso también se acabó, mis gerentes decidieron dejar la empresa y a inicios de este año empezó mi odisea personal.
Lo primero que experimenté fue estar bajo el cuestionable liderazgo de cierto empresario amigo del director de mi área que claramente tenía ciertos privilegios por sus relaciones personales, pero de verdad que es una total lástima de ser humano, imagínenlo pedante, odioso, arrogante, egocéntrico, narcisista y como si fuera poco nos violentaba verbal y psicológicamente, pero el detalle era que en ese momento la empresa atravesaba por una crisis muy difícil y este personaje era un consultor asociado a la empresa que se supone nos iba a ayudar a alcanzar nuestras metas de equipo y en ese momento automáticamente pasamos a estar bajo su mando y mis jefes se desligaron por completo de mis compañeros y también de mí, nos pusieron en sus manos, a su merced, en bandeja de plata a como lo expresé en su momento. Sinceramente ya estaba acostumbrada a trabajar en ambientes hostiles pues había trabajado limpiando casas y aunque no me da pena decirlo, entiendo y desde el fondo de mi corazón espero que se haga algo por mejorar el salario básico y el trato inhumano que reciben las cuidadoras del hogar, pero esto era peor, el personaje que les relato nos humillaba públicamente en reuniones por zoom, decía que nuestros números eran un desastre y que era nuestra responsabilidad sacar adelante la empresa, nos hacía trabajar en fines de semana sin pago de horas extras excusándose con la nefasta frase de: “Hay que ponerse la camiseta”, ¡Dios¡ escuchar esa frase solamente me da alegría y tiene sentido cuando se trata de un partido de futbol, pero hoy en día las empresas se equivocan al utilizarla con sus equipos y a como lo hacía este señor, en realidad se trata de un chantaje emocional, aparte que decía muy repetidamente que sí no nos gustaba o no estábamos de acuerdo con esta situación la puerta estaba abierta y perfectamente podíamos irnos del equipo, como sí no era suficiente con su maltrato, teníamos que valorar la posibilidad de quedarnos sin empleo a cambio de nuestra dignidad y fue en ese momento en el que entré un dilema, pues decía: Es una empresa de renombre, reconocida dentro y fuera de LATAM, pero le pagan mucho mejor al personal de otros países que a los que somos de Nicaragua, luego pensaba que no podía dejar de trabajar pues ya había sido aceptada en la universidad y necesitaba sacar adelante mi carrera, pero ya había perdido clases a causa de la situación con este señor, que pasaría con la ayuda económica que le daba a mi mamá, que pasaría con mis tratamientos de salud que en ese momento necesitaba solventar, cuando encontraría un nuevo trabajo, cómo se vería eso en mi curriculum, por qué este señor con tan poca empatía y cero calidad humana podía tratarnos así, porque nadie decía nada, y sí renunciaba y me iba a otra empresa cómo hablarían ellos de mí, que pesaba más mi sueldo o mi dignidad como persona y ser humano, las metas que ponían eran altas para que renunciáramos o porque en realidad creían que podíamos alcanzarlas, porque mis jefes no tenían espacios para conversar acerca de este tema, de eso se trataba el éxito, de quedarme callada, dejarme pisotear y aceptar que yo era insignificante ante ese monstruo o alzar mi voz era lo correcto en ese momento, pero bueno, estas y muchas más interrogantes cruzaban por mi cabeza cada día y cada noche, mientras lloraba y no quería salir de mi cuarto que a la vez era mi oficina y el lugar donde supuestamente debía descansar.
Entonces mi productividad bajó, mis números eran pésimos, no quedaba ni una sombra de lo que yo era antes, todo el tiempo estaba triste, furiosa, decepcionada, angustiada, deprimida y a la defensiva de cualquier comentario sobre la situación por la que pasaba, comencé a dejar de dormir o a veces dormía en exceso, también comía demasiado o simplemente dejaba de comer, ya no quería hablar con mi familia, solamente quería llorar, llorar, llorar, llorar, llorar, llorar, llorar y llorar. Por la gracia de Dios y su infinita misericordia, logré sacar mis últimas fuerzas y aunque tenía 2 años de haberme apartado de sus caminos, Dios me ayudó a brillar por última vez, mis números eran los mejores, estaba trabajando en un ambiente hostil y aun así destacaba entre mis compañeros al punto de recibir felicitaciones públicas del que era mi verdugo, pero las cuales no me servían para nada, luego él desapareció, mis jefes retomaron sus lugares y actuaron de una manera tan descarada, en la que fingieron que nada había pasado, se lavaron las manos cual Poncio Pilato y tuvieron el cinismo de asegurarme que desconocían totalmente de los agravios de este señor, cuando de manera extra oficial sabíamos que ellos habían ordenado dejarnos bajo el mando de este señor para que nos “sacudiera” como sí habláramos de una prenda de ropa a la que hay que sacudir para que se seque y fue entonces cuando lo tuve todo claro, más claro que nunca y renuncié, renuncié en Febrero de este año y sentí un alivio inmenso e inexplicable.
A partir de mi decisión he logrado vivir experiencias que me han ayudado a crecer como persona y también como profesional, aún tengo la certeza de que ahí afuera está una oportunidad diseñada perfecta y exactamente para mí, sigo esperando que el universo y la vida me pongan donde pertenezco y aunque no soy perfecta, sé y siento que me merezco mucho, pero mucho más, también podría extenderme relatando como han sido estos meses para mí en la búsqueda del trabajo que más se acople a mis sueños, expectativas y necesidades, pero aún no estoy lista para explicar este proceso y ya que estoy segura que no ha finalizado mi viaje no podría darle un punto final a la historia, pero he logrado percibir ciertas situaciones que les ocurren a los jóvenes en su lucha por salir adelante en Nicaragua.
Quiero expresar mi total admiración por todos los chavalos universitarios, algunos llegan a universidad sin un plato de comida en el estómago, pero con un millón de sueños que los impulsan, otros caminan con el dinero completo de los pasajes o las fotocopias y cuando mucho unos cordobitas de más para medio masticar algo y matar el hambre o pasar con agua a como decimos popularmente, también están los que trabajan y estudian y se trasnochan haciendo tareas y ayudando a sus demás compañeros, aquellos que viajan de un departamento a otro para poder estudiar, los chavalos que invitan a comer a aquellos compañeros que saben que no están bien económicamente y que para mí son un éxito de seres humanos, los chavalos que viven violencia y son ultrajados en sus hogares, pero que aun así llegan a darle con todo a la universidad, aquellos que ya son padres o madres y que al mismo tiempo estudian para salir adelante, los que son buleados en la misma universidad y aunque usted no lo crea, lo cuento porque lo viví en carne propia, también los que están buscando trabajo y se esfuerzan por salir adelante, aquellos que llevan sus emprendimientos a las aulas de clase para poder ayudarse con unos centavos, a todos ellos y a muchos más les respeto, admiro y les deseo con todo mi corazón que la vida pueda sonreírles y pueda darles esa oportunidad que tanto esperan y se merecen.
Por otro lado, me gustaría finalizar haciendo énfasis en lo preocupante y extremadamente difícil que se está volviendo el hecho de encontrar un trabajo digno en Nicaragua, pues hoy en día las empresas solicitan requisitos de aplicación muy complejos, ofreciendo salarios demasiado bajos que no concuerdan con el perfil que solicitan, pues buscan excelentes perfiles para pagar miserables salarios. También están estas grandes empresas que creen que pueden aprovecharse de la ingenuidad o inexperiencia de los jóvenes para explotarlos y minimizarlos de tal manera que se sientan insuficientes, innecesarios y hasta inservibles ya que es una verdadera barbaridad la cantidad de empresas que tratan a sus trabajadores como esclavos, les pagan súper mal y encima los hacen sentir culpables de su mala gestión con respecto al capital humano, no aceptan feedback, son soberbios, no saben escuchar, no saben reconocer sus errores y creen que por que somos jóvenes no somos maduros y no podemos percibir este tipo de chantajes emocionales, pero está la otra cara de la moneda que algunos o normalizan o romantizan esto, se jactan de partirse el lomo para poder ser reconocidos durante unos segundos en las organizaciones y al final tanto esfuerzo queda olvidado, pero al mismo tiempo sos joven y pensas en hacer lo que sea para conservar un puesto laboral, no importa sí te humillan, sí te maltratan, sí te mal pagan, sí te minimizan, sí te explotan, sí te silencian o sí te deshumanizan por que al final, que es el éxito, se tratará de esto, de agachar la cabeza, de decir “SÍ” a todo, de no renegar, no alzar la voz, de no reclamar, por que Dios no quiera y te tachen de rebelde o inmaduro por cuestionar este tipo de situaciones y no nos olvidemos de los jefes que piden ciertos favores a cambio de ascensos y sí no lo haces tu destino es obvio y analizando los memes en redes sociales recordé las descripciones de vacantes laborales que se han hecho famosas por que buscan edades entre 21 y 30 años con 2 licenciaturas, maestrías incluidas, 3 idiomas y certificaciones por montón de temas que en Nicaragua a veces ni se toman en cuenta y sí bien ofrecen un buen salario, tenés que realizar laborales que idealmente están pensadas para 2 o 3 puestos más y no hablemos de los call centers y sus falsos positivos en cuanto al salario y el famoso crecimiento profesional que te ofrecen con sus horarios quebrados en donde terminas sin ganas ni de ojear los apuntes de la universidad y está el otro extremo que son los trabajos pocos formales o por ejemplo en lugares de comidas rápidas que a veces no son muy exigentes con el tema de los requisitos, pero que pagan menos del básico y tenés que hacer horas extras para medio sustentarte.
Desde mi perspectiva y en resumen, básicamente los jóvenes vivimos constantemente en balanzas de decisiones, a como les llamo que es donde decidís que pesa más, o el trabajo o los estudios, pero también podrían ser ambas cosas, aunque ya sabes que es muy pesado, o un trabajo donde no me paguen muy bien y por ende no logro cubrir mis gastos, pero que me dé tiempo de estudiar e ir a la universidad o trabajo en una reconocida multinacional que me demande demasiada responsabilidad y que me paguen bien, pero que en consecuencia descuide mis estudios, o divido mis responsabilidades un 50/50 y constantemente recaigo en círculos de estrés o ansiedad por la misma presión y esto sin incluir al porcentaje de jóvenes que tienen responsabilidades grandes en su familia como ayudar económicamente, cuidar de sus hermanos, velar por los gastos médicos por que mamá está enferma o ver por hijos propios ya que el porcentaje de jóvenes que tienen como responsabilidad única estudiar es muy bajo y la sensación de que se nos acaba el tiempo para triunfar y ser exitosos es constante, por eso sí conoces a un joven que está pasando por alguna de las situaciones antes mencionadas, te pido que lo abraces, no lo juzgues, lo apoyes y trates en lo mayor de lo posible de entenderlo y ser empático con este ser humano que lo único que quiere es ser alguien en la vida y sí sos un joven que me está leyendo, te mando un gran abrazo, te digo que no te rindas por que aquí hay alguien que quiere verte triunfar y sí te sirve escribir sobre como te sentís te lo recomiendo por que ayuda a aclarar la mente y el corazón, también te digo que no hay una fórmula mágica para el éxito, pero ser una buena persona siempre tiene su recompensa o al menos eso estoy tratando de averiguar en este mi viaje de los 20.