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“La niña quiere un presidente”

“La niña quiere un presidente”

Escrito por: La Ferzu.

Tenía cinco años cuando viví mi primera elección. Era el año 2006 y no entendía nada de lo que estaba pasando. Observé que mi mamá entraba a un edifico grande y buscaba su nombre en la lista de una pared. Después, entró a un rincón al final del pasillo y cerró una cortina. Me llamo la atención que después salió con el pulgar manchado en una especie de tinta rojiza. No entendía porque era tan importante venir a ese lugar simplemente para mancharse el dedo. “Eso lo pudo hacer en la casa. Tenemos marcadores del mismo color” pensé. Era algo muy confuso e ilógico para una niña que solo tenía una prioridad: jugar con las muñecas que recibiría de regalo en esa Navidad. Pero para que es misma niña entendiera por qué mi mamá hizo todo lo posible para hacer válido su voto, su opinión, su elección ese noviembre del 2006, tuvieron que pasar quince años llenos de frustración, miedo, impotencia, desesperación y nuevamente, confusión. No soy experta en política y nunca lo he sido. Creo que es algo complejo de entender en su totalidad. La corrupción del ser humano, sin embargo, no es tan difícil de entender, porque es algo que todos hemos hecho una vez, nos guste o no. El tener poder, el sentirse escuchado, visto, entendido por un público es casi eufórico. Es natural para la raza humana querer sentir atención. Los bebés lloran y lloran hasta que sus mamás los atienden para dormirlos. Cuando los bebés crecen y se vuelven niños, los llantos se vuelven berrinches y pataleos. Ahora, imagínense que a un niño malcriado no se le disciplina o regaña cuando intenta manipular a su madre para que le compre un juguete, sino que, en cambio, se le felicita con premios y regalos. El resultado no es bueno para nadie ya que la madre se estanca con un hijo consentido y malacostumbrado a hacer lo que le plazca sin ningún tipo de consecuencia. Si no ven la conexión que trato de hacer, es tiempo de especificar mi deseo para el futuro de Nicaragua: Quitar los niños berrinchudos y manipuladores del poder.

La diferencia es que estos niños ahora son adultos y sus caprichos están causando destrucción, matanza, secuestros, dolor y miedo en la población. Un hombre y su esposa aferrándose al poder y la atención ridícula de sus seguidores consentidores, causan un daño alarmante a miles de vidas nicaragüenses. Lo que hay detrás de esas máscaras de manipulación es el temor que le tienen a ser olvidados. Desean ser recordados como los mártires nacionales cuando no son nada mas que cobardes con complejos de Dios. Si pudiera hablar con esa niña de cinco años, le diría que un gobierno corrupto va a quitarle muchas cosas. Su libertad de expresión, su futuro como periodista, su seguridad, su paciencia, su inocencia… pero nunca podrá quitarle su razón de la palabra. Le diría que a como ella se siente confundida, cientos de personas en 2021 se sienten igual o peor. Pero lo más importante para ella, es que nunca deje que sus miedos opaquen su intelecto. Ella sabe que quiere de presidente a alguien bueno, pero no vale la pena ser “bueno” para liderar el país de su familia, de sus compañeros y de sus amigos más cercanos. Lo que se necesita es alguien que la comprenda a ella y a miles de jóvenes estudiantes que sufren cada día por la incertidumbre de sus estudios. Alguien que se desprenda del ciclo corrupto que ha envenenado Latinoamérica por años y no caiga víctima del complejo de inferioridad. Alguien que entienda el dolor de las familias afectadas por la violencia del régimen y que comprenda las prioridades actuales del país. Alguien que no se autoproclame el héroe de los pobres mientras los deja morirse de Covid en hospitales sucios y deteriorados. Alguien que se asegure que mi abuela tenga seguridad financiera después de jubilarse. Alguien que intervenga en los patrones de violencia y feminicidios contra las mujeres. Alguien que deje de pensar que Nicaragua es sinónimo de un partido político. Y, sobre todo, alguien que le devuelva la esperanza de nuevamente ser feliz en su país…

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