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La gran memoria

La gran memoria

Por: La malhablada

El 51 por ciento de la población en Nicaragua es femenina. Es decir, que hablando en números no somos una minoría, pero somos tratadas como tal. Toda mujer en Nicaragua es capaz de realizar cualquier trabajo que un hombre haga, puede ocupar cualquier puesto que un hombre tenga y hasta somos capaces de hacernos responsables del hogar cuando los hombres se acobardan y abandonan sus hijos. Entonces no entiendo ¿Por qué somos tratadas con tanto desprecio?

Según estudios, alrededor de seis de cada diez mujeres en Nicaragua son madres solteras que mantienen sus hogares y crían sólas a sus hijos, la mayoría de las emprendedoras exitosas del momento son mujeres, eso sin contar que la mayoría de organizaciones de sociedad civil con causas nobles, son dirigidas por mujeres.

En otras palabras, la mujer se ha convertido en el pilar de acero de nuestra sociedad. Un pilar que se desmorona día a día. Los femicidios, la violencia intrafamiliar, violaciones y demás agresiones por razones de género son el plato fuerte de los noticieros en todas sus ediciones. Si las cosas siguen así, pronto pasaremos de ser llamadas “minoría” a “especie en peligro de extinción”.

Si bien la violencia física duele, los insultos, los gritos y la discriminación duelen más que una patada en el vientre en pleno período menstrual, sí, así de doloroso resulta ir a buscar un trabajo y que te digan que no porque el puesto está reservado para un hombre, como si tener un par de testículos les confiere un mayor número de neuronas.

Si se trata de hacer casting para algún canal de televisión, ser modelo, presentadora, edecán, entonces “preseleccionan” de la fila a las más “cercanas” al perfil profesional que buscan, aunque ni siquiera se tomen la molestia de preguntarte cómo te llamas, qué sabés, que estudiaste o cuáles son tus perspectivas con la vacante a la que estás aplicando.

No sé cuándo van a entender que las mujeres somos más que un par de protuberancias para amasar y un par de agujeros para saciar el placer de los hombres. Sólo espero que las mujeres también se den cuenta de eso, porque a veces de tanto que se los repiten, algunas se lo terminan creyendo, algunas se creen que esa estúpida promesa de “hasta que la muerte los separe” tiene que cumplirse el día que ellas terminan muertas.

No somos más ni queremos serlo, somos iguales, no queremos derechos especiales, sólo queremos trato igualitario y respeto equitativo. La Violeta estuvo en la presidencia y gobernó para hombres y mujeres ¿Por qué estos huevones que han estado después son incapaces de al menos imitar lo que una mujer hizo?

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