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La democracia

Escrito por: Oscar Cervantes

Si observamos el gráfico del estatus De Iure de la democracia en el mundo, podemos advertir que la mayoría de las naciones  consideran a sus formas de gobierno como democráticas. En la actualidad, solo sobreviven 6 países que no han adoptado posturas democráticas; esto describiría a la sociedad contemporánea como una colectividad caracterizada por la presencia de pueblos soberanos que escogen a sus representantes de manera directa o indirecta, además de la participación de este pueblo en los parlamentos.

Sin embargo, ¿Qué tan apegado a la realidad está el gráfico? ¿En verdad la democracia es tan común en estos días? Creo que la respuesta más obvia sería que no. La implementación de sistemas democráticos después de la segunda guerra mundial suponía un avance en el ámbito de los sistemas de gobierno, no obstante, la democracia (en la mayoría de gobiernos) no ha superado la superficialidad de los discursos políticos de la mayoría de los representantes de partidos motivados por el poder y no por el cambio.

Ninguna nación actual se podría autodenominar totalmente democrática, aunque, existen estados que sí se acercan a la idea de una democracia; entre ellos están Canadá y Suiza. Estos últimos figuran en la lista de los 20 países más ricos del mundo, realizada por el FMI. Suiza ha logrado tener una economía estable sin la necesidad de corromper los derechos humanos, todo esto, a través de procesos democráticos que ubican al ciudadano como la piedra angular de la política; sin duda alguna, los suizos son modelos a seguir para cualquier gobierno del mundo.

La mayoría de países latinoamericanos son primerizos y torpes en el funcionamiento de la democracia. Para empezar, están dirigidos por regímenes presidencialistas que centralizan el poder en una pequeña cantidad de individuos, lo que genera naciones oligárquicas con desigualdades que afectan a la democracia. Estas diferencias sociales son dañinas para la población ya que perjudican a los medios educativos lo que genera ignorancia y sumisión en los ciudadanos.

No obstante, la democracia tiene falencias; Tomáš Garrigue, el primer presidente en la historia de Checoslovaquia, dijo ‘’ La democracia tiene sus defectos, porque la gente tiene sus defectos’’. Ningún sistema de gobierno es infalible, ya que estos son representaciones de los mimos individuos. Los grandes fallos de la democracia los podemos evidenciar en los años 30, con la afirmación de que fueron los procesos democráticos que impulsaron a Adolf Hitler para ser elegido como presidente de la república de Weimar o más recientemente, la elección de Donald Trump como presidente de la nación más importante del mundo.

En este sentido, ¿Cómo podemos validar una postura política que situó a un genocida o a un empresario racista y misógino en el poder de dos grandes naciones? Ante esta crítica, creo que se debe retomar las palabras de Garrigue y evaluar que si bien la democracia tiene numerosos fallos, también se deben analizar factores externos que hayan influido en la elección de candidatos con discursos subversivos.

Por ejemplo, uno de esos factores sería la cultura y el contexto en que se dé un proceso electoral. En el caso de Hitler, los alemanes ya se sentían superiores comparados con el resto de Europa, solo necesitaban a un líder que los guiará y representara sus ideales superiores como raza aria.

La sociedad actual es torpe, conformada por personas que creen que se ejerce la democracia con el simple acto de votar y que sus candidatos elegidos son las mejores opciones para dirigir a su patria. Debemos aspirar a los procesos democráticos pero esto tiene que ir de la mano con un desarrollo de la educación.

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