Integrando la memoria centroamericana
Por: Andrea Tock, Guatemala
La integración centroamericana es un proceso que lleva alrededor de cincuenta años y que se ha basado principalmente en objetivos económicos, dándole muy poca importancia a la integración política y social. Esto no sorprende cuando se tiene conocimientos básicos de la historia centroamericana, especialmente acerca de cómo las élites económicas tradicionales han configurado los estados centroamericanos independientes.
En los años sesenta se optó por ampliar el mercado mediante la creación del MCCA, pero nunca se pensó en ampliar las clases medias de cada país y así ampliar también los mercados internos. La visión miope de los empresarios tradicionales no les permitió visionar sociedades menos desiguales y con mayores niveles adquisitivos que les permitieran aumentar el consumo, sino más bien se optó por mantener las mismas estructuras sociales y económicas pero ampliando el territorio en el cual se podía comerciar.
No se podía esperar más de estas élites centroamericanas y seremos ingenuos si lo esperáramos también hoy en día. A nosotros, los ciudadanos de a pie, de clase media para abajo, que no pertenecemos a tales élites nos toca el trabajo de re-pensar la integración centroamericana, en términos mucho más amplios que los económicos.
Centroamérica es una región en la encrucijada, con algunas de las sociedades más desiguales del mundo, los políticos más corruptos y las más altas tasas de violencia. Que estos sean problemas compartidos por todos los países de la región no es casualidad. Somos herederos de una historia común, una historia que en la mayoría de los casos es silenciada.
Aunque únicamente en tres países existió un conflicto armado frontal, no podemos negar que las problemáticas sociales que dieron origen a los conflictos en esos tres países son bastante similares en toda la región.
En Guatemala, actualmente pareciera lucharse una batalla por la memoria en torno al conflicto armado interno que duró 36 años que ha sido llevado al debate público gracias al sonado juicio por genocidio contra Rios Montt y Rodríguez Sánchez. Este histórico momento debería servir a la población guatemalteca para reflexionar en torno a los procesos históricos recientes que se prolongan y tienen repercusiones en el presente.
La reflexión en torno a sucesos dolorosos debe ser compartida por los ciudadanos de los demás países centroamericanos. Una reflexión interna y externa, en donde se reflexione sobre el propio país y también se reflexione sobre las similitudes con los demás países de la región. Una reflexión que cuestione la historia tradicional, la de los ganadores, y busque ampliar sus fuentes. Una historia que busque en los intersticios y en los silencios.
Las nuevas generaciones de centroamericanos, los herederos de los conflictos del siglo XX, deben de ser capaces de poder reconocer la importancia de la historia y la memoria así como del esclarecimiento y reconocimiento de los sucesos del pasado para la construcción de sociedad más incluyentes, menos desiguales y más justas.