Gay de corazón
Por: Iván Matuz
Mi nombre es Iván Matuz ahora tengo 21 años de edad, pero todo inicia a los 13 años donde mis sentimientos y atracción hacia los niños inició, para ese momento no estaba muy consciente de lo que me sucedía y había leído que en la adolescencia era normal que te sintieras confundido, cuando crecieras iba a pasar.
Cumplo los 17 años y lo que sentía era cada vez más fuerte, pero pensaba mucho cómo Dios me juzgaría, la reacción de mi mamá, lo que me diría el resto de la familia, mis vecinos, profesores, amistades, sería una situación incómoda para todos y por eso intenté quitarme la vida tres veces, pero nunca cumplí el objetivo.
Mi madre una vez tomó mi cel. Estaba en secundaría para ese entonces lee unos mensajes tiernos que me envía un amigo, yo al final le confieso que soy Gay y ella con una mirada fría y sin comprender me dice “Vos estás mal, necesitas de Dios, ir a un psicólogo, ¿Quién te ha metido esas ideas?, aquí nadie te da esos ejemplos, muerto y con SIDA vas a terminar, un hombre no puede querer a otro, no te da vergüenza decirme eso, ¿Si tu papá se da cuenta se muere del corazón?, Iván necesitas cambiar y sacarte esas ideas de la mente, porque en esta familia no estamos para mantener a un cochón decidí lo que quieres de tu vida y si continuas con eso las puertas de esta casa está abiertas para que salgas”.
Nunca espere esa reacción, me reusé a confesarme con un padre, al final íbamos a la iglesia todos los jueves y la relación entre mi mamá y yo cambió, ella cada vez hablaba menos con migo, nadie retomaba el tema y yo había hecho una promesa de olvidar mis intenciones con otro hombre, era como renunciar a mí mismo.
Incluso pensó cambiarme de escuela, para que no siguiera viendo al muchacho pero no lo hizo. En el colegio los comentarios de que era raro, cochón, pato y maricón eran en ocasiones comunes por parte del grupito de los necios de la sección, situación que tuve que soportar por varios años mi única forma de defenderme era ignorar lo que decían y hacer que no importaba.
Al iniciar la universidad mi mamá me advirtió que no quería que se repitiera la misma historia de antes y le juré que no, pero después de tres años mis sentimientos pudieron más que esa promesa, aunque pensé mucho pero negarte a vivir y dejar fluir tus emociones es imposible, ser gay no es una idea, si lo fuera ya me hubiera pasado.
Me acepté a mí mismo a los 19 años, ahora tengo 21 mi mamá no sabe que he tenido parejas, toda esa parte de mi vida continua oculta para mi familia, talvez no sé cómo retomar el tema, pero sé que no será de su agrado, ahora lo que debo pensar es como independizarme.
La historia de cada persona que tenemos preferencias sexuales “diferentes” es distinta, por eso no me atrevo a decir que la mía fue la peor, pero los sentimientos de rechazo por parte de la familia, insultos en las calles, la condena que hace la iglesia, tratar de fingir para ser aceptados, todo eso está en contra de nuestra naturaleza y no es una idea es un sentimiento que tiene el mismo valor que el de cualquier otra personas, somos seres humanos y merecemos respeto y trato igualitario.