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Estudiando y trabajando

Por Cicerón Camus

Estaba en el tercer año de mi carrera cuando mi padre me corrió de la casa. Mi situación familiar era inestable: vivía con mis dos tías, mi madre y mi padre era quien mandaba en la casa. Argumentó que yo ya estaba lo suficiente mayor y que debía hacerme cargo de los costos de mi vida: alimentación, estudios y techo.

De la nada, me vi forzado a correr en busca de trabajo. Fue muy difícil: la mayoría de las empresas pedían un título universitario o muchos años de experiencia. Yo no poseía ninguno de los dos.

Tuve que estar de ‘paracaídas’ en los cuartos de los estudiantes que venían de los departamentos o incomodar amigos en sus casas. Por más que me esforzaba, que argumentara que era una persona capaz y responsable, no me daban chance. No me morí de hambre gracias a mi madre: ella encontraba la forma de proporcionarme comida sin que mi padre se diera cuenta.

Los meses pasaban y yo seguía en paro laboral. Pero nunca abandoné mis estudios. Pude completar el tercer año y titularme como técnico en ingeniería. Gracias a esta certificación por fin pude obtener trabajo como asistente de proyectos en una empresa de construcción.

En ese momento me tocó cambiar de turno en la universidad para poder mantenerme en ambas cosas. Estaba muy cansado. Nunca tenía tiempo para nada ni nadie. Estaba obsesionado con terminar mi carrera.

Cumplí con los dos años que me hacían falta para egresar. En estos momentos sigo trabajando, pero ya no lo hago de la misma forma: ahora es por proyectos. Pude volver a tener vida social y momentos de ocio.

Estudiar y trabajar es posible, sólo requiere de verdaderos deseos de superarse.

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