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¿Dónde está la educación?

¿Dónde está la educación?

Escrito por: Alexander Reyes Guevara

Al enunciar tan públicamente el “en tiempos de” García Márquez deja a la humanidad un amplio morfema que nos ayuda a situar las diferentes reacciones de las personas (o de un régimen autoritario y criminal) en un determinado escenario ante una pandemia, siendo aquella marcha “Amor en tiempos de covid – 19” el lanzamiento oficial de la negligencia monumental para la que estaba preparado Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Mientras otros países de la región declaraban sus estados de emergencias e implementaban medidas estrictas para favorecer el distanciamiento social como medio preventivo del contagio masivo, la ególatra pareja insistía en aglomerar a la mayor cantidad de personas en eventos públicos y partidarios, incluyendo a estudiantes de las distintas escuelas públicas quienes eran sacados de sus aulas de clases para adular “las buenas acciones” del “buen gobierno”  exponiendo de forma perversa las líneas de lo que hasta ahora parece un plan intencionalmente criminal.  Por si nos quedaba una alguna duda o se nos había olvidado, vivimos en un país que está gobernado por sicarios, la pandemia del covid – 19 nos deja ver la vulnerabilidad en la que nos encontramos todas y todos.

La UNESCO determina que “los conflictos armados, los problemas sociales, los desastres de origen natural y las pandemias impiden la escolarización de millones de niñas, niños, jóvenes y adolescentes” utilizando para esto la llamada educación en emergencia que según su documento Normas mínimas para la educación en situaciones de emergencia, crisis crónicas y reconstrucción temprana (2004) debe ser tanto para salvar vidas como para sustentarlas.

El covid – 19, debido a su desarrollo, la agilidad de contagio, el cuadro asintomático presente en algunos pacientes, contagios masivos y el sofoque a grandes sistemas de salud, le han valido ser una emergencia social – sanitaria, que ha puesto a prueba las gestiones políticas, económicas y sociales de distintos gobiernos y la capacidad de respuesta ante crisis.

Para Nicaragua el covid – 19 sumó un nivel a las crisis que ya se venían padeciendo desde el año 2018, ubicándonos frente a una emergencia de tipo socio – político – sanitario que ha dejado evidente las debilidades en los sistemas sociales y las brechas en la garantía de derechos esenciales para el desarrollo integral de las personas, como el derecho humano a la educación.

El Arto. 119 de la Constitución Política de Nicaragua dicta que “La educación es función indeclinable del Estado” asignándole de este modo un rol garante y titular de obligaciones frente a este derecho, sin embargo, nos encontramos frente a un Estado que no protege, sino que por el contrario esquiva sus responsabilidades; hostiga, presiona y amenaza a las familias, docentes y escuelas que ante la desidia del estatal de no tomar medidas pertinente para disminuir la masificación de contagio, ha decidido no enviar a clases a sus hijas e hijos.

El Plan de Acciones Preventivas y Educativas de Salud Escolar propuesto por el MINED y presentado a las escuelas privadas el 16 de marzo, establece que el mismo será ejecutado en dos fases: la fase informativa y la fase de aprendizajes y solo de ser necesario se desarrollará una tercera fase denominada: plan de contingencia ante eventualidades, que consiste en utilizar la metodología de educación a distancia.

Hasta ahora, cuando la cifra oficial tiene 25 casos confirmados versus los más de 1,000 casos registrados por el Observatorio Ciudadano de los cuales al menos 30 son personal médico de los distintos hospitales del país, la presidencia de facto continua sin emitir orientaciones sobre medidas acorde a las recomendaciones de la OMS como la suspensión de clases; Más de un millón ocho ciento mil estudiantes de las escuelas públicas en Nicaragua se encuentran en riesgo por diversos factores como la sobrepoblación en las aulas, la poca higiene de los baños en las escuelas (si es que tienen). El lavado de manos resulta insuficiente y precario si se considera que, en la región centroamericana (según un estudio de UNICEF, 2011) cerca del 76% de las escuelas NO cuentan con el servicio de agua potable, lo que se traduce a que al menos la mitad de las escuelas en el país, NO LLEGA EL AGUA.

Pero además ¿Cómo una educación a distancia cuando de acuerdo a especialistas educativos presente en los medios durante los últimos días, solo un 11 % de las escuelas públicas del país se encuentran con acceso permanente a internet, solo el 20% de estudiantes (sobre todo de las escuelas públicas) cuentan conexión y solo un 25% de los docentes utilizan la red para facilitar procesos educativos?  Entonces aparece la vocera presidencial por excelencia y asegura que este año se potenciará el uso de la televisión como un medio alterno para la educación a distancia, pero ¿Es la educación televisiva una alternativa? ¿Qué pasa con las comunidades remotas del país? ¡Ah! Podría ser la radio también, dirán ustedes, pero el fondo de todo el asunto tiene matices profundos que pasan por las distintas posibilidades socioeconómicas de cada estudiante, pero sobre todo por la incapacidad técnica que tiene Nicaragua para la implementación de educación en línea y/o educación a distancia.

La educación a distancia y/o la educación en línea no debe traducirse nunca en un ejercicio burdo y vacío de trasladar los materiales físicos a formatos digitales, se debe tratar más bien de una transición técnica que involucra la preparación de los contenidos a través de la focalización de competencias requeridas para cada nivel, capacitación al cuerpo docente, familias y estudiantes, todo basado en los abordajes pedagógicos adecuados a la modalidad.

No temo aseverar, que esta pandemia es la primera emergencia de la década a la que se enfrenta el sistema educativo nicaragüense y como ya se ha dicho, ha dejado visible la ineficiencia y precariedad del mismo, lamentablemente las consecuencias pueden ser nefastas, lo que me lleva a preguntar ¿Debe la escuela actuar bajo los mismos parámetros siendo que se encuentra ante situaciones excepcionales? No es cierto que la educación a distancia y/o la educación en línea sea la respuesta, puesto que con esta vienen otros desafíos propios de las dinámicas sociales – familiares e individuales de cada ser humano. Nos hemos preguntado ¿Qué significa estar en casa para las demás personas? La escuela o la imagen que tenemos sobre ella, en ocasiones representa un camino de escape para niñas, niños, adolescentes, jóvenes y docentes a la propia realidad insostenible que les rodea.

Quizá en tiempos de emergencia valdría toda la pena rescatar el sentido de acogida y crecimiento individual que debería significar la escuela. Un espacio para hacer y ser. No cabe duda que todas y todos estamos siendo sometidos a niveles altísimos de estrés que podrían desestabilizar nuestro sistema psíquico. No olvidemos que las niñas, niños, adolescentes y jóvenes también están siendo expuesto a estos sentimientos y los experimentan de igual o más profunda manera ¿Pesa más el conocimiento sobre las cosas que la estabilidad emocional y el cuido propio? Para que el aprendizaje sea satisfactorio y permanente mi mente debe estar dispuesta.

Daniel Ortega y Rosario Murillo responden a su propia realidad paralela.  Las “medidas” que hasta ahora el MINED ha emitido en aras de la prevención, además de insuficiente, no corresponde con la realidad que vive el país. Mientras el Estado y las autoridades educativas oficiales mantengan políticas herméticas y actitudes caprichosas como el cierre de espacios y no acatando las recomendaciones de especialistas en los temas que provocan emergencias, la educación nicaragüense pueda que continúe condenada.

 

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