Cuando presenciamos discriminación

Por: Cristal Luna                                                      

No es raro estar en determinado momento –sea casa, escuela o trabajo– y escuchar comentarios despectivos sobre una persona. Es normal oírlos, a fin de cuentas, nadie es moneda de oro para caerle bien a todo mundo.

Pero, ¿qué sucede cuando los comentarios negativos se basan en el color de piel, el sexo o la orientación sexual de la persona?

Sucede que la persona a quienes estos son dirigidos se siente profundamente discriminada. Por diversos motivos nos han enseñado que las diferencias no son la regla, a pesar de que sí lo es, y que se debe detestar lo que es ajeno a nuestra percepción de cómo deben ser las cosas.

Pasa que cada vez que emitimos un juicio de valor basado en superficialidades o estereotipos estamos contribuyendo a que esta sociedad se enferme un poco más. Estamos hiriendo a una persona que quizás el día de mañana nos podría ayudar o perjudicar basándose en un rencor que tuvo origen en las repetidas veces que se hizo burla o se usaron palabras hirientes contra alguien sólo por existir fuera de nuestro esquema.

Entonces, ¿qué podemos hacer al estar frente a una discriminación? En primera instancia, hay que brindarle apoyo moral a la que persona que está siendo discriminada. También hay que encontrar la forma de que quien ofende note que su conducta no será aceptada, o por lo menos dárselo a entender con miradas.

Es cierto que una golondrina no hace verano, pero aún así vale la pena hacer el intento de dirigir nuestra solidaridad hacia el oprimido, ofrecerle nuestra mano, una palabra amable que le ayude a sobrellevar el injusto desprecio al que se le somete.

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