Crónica en tiempo de tranques

Crónica en tiempo de tranques

Escrito por: Engels Mora Aráuz

Empieza a oscurecer y el reloj marca las 6:30 pm, las calles de mi barrio están completamente vacías, no veo gente caminando ni familias sentadas en sus puertas a como es costumbre, me pregunto ¿qué pasará? Pues el silencio poco a poco invade las calles.

Siete de la noche, la oscuridad se apoderó de las aceras y el misterioso frío toca a la puerta de cada hogar, el parque está vacío, sin niños, sin futbol, sin vida. Meses atrás no recuerdo que fuera de esta forma.

¡Repentinamente escucho motos correr a toda velocidad en la esquina de mi cuadra y a lo lejos unos gritos “AGARRENLO, AGARRENLO!”, los motorizados pasan enfrente de mi casa e intento verlos, pero estaban encapuchados, jamás sabré a quien intentaban capturar.

Son casi las ocho de la noche y parece que ya todo está calmado, aunque nadie se atreve a salir de sus casas, ni las pulperías están abiertas. Llamémosle un “auto toque de queda”, pues quien se atreva a tomar aire libre tiene un futuro incierto. Las horas van transcurriendo y como extraño sentarme en la acera con mis amigos sin temor a ser perseguido, asaltado o incluso asesinado, pues ya ni con el orden público nos sentimos seguros.

Van para las diez de la noche y al menos en mi casa ya todos estamos en lecho, pero es difícil conciliar sueño, la inquietud y ansiedad se han vuelto los acompañantes de cama… ¡BAM, BAM, BAM! Se escucharon tres balazos, mi madre se levanta nerviosa, ¿Qué será?, una camioneta avanzando rápido se escucha justo en mi cuadra, pero se detiene en la esquina.

Debo decir que la curiosidad me ganó y desde el porche eché un vistazo a la situación, varios hombres con el rostro cubierto se suben a la camioneta y se retiran. No se podía ver más.

A lo lejos escuché morteros, pero no sé porque escucharlos me daba una sensación de seguridad. ¡cómo me encantaría saber qué es lo que pasa afuera!, pero también sé que el nivel de riesgo es alto. Extraño los días en donde todo estaba tranquilo.

Hay silencio y uno muy lúgubre, por cierto, pero suficiente como para poder quedarme dormido…

¡Oh vaya! Ya es de día, me dormí sin darme cuenta. Al levantar procuro poner el noticiero y me asombro al ver que hablan de mi barrio, no recuerdo la última vez que apareció en titulares y menos para ser una mala noticia, la triste noticia… un vehículo robado y dos personas asesinadas.

Pero tranquilos, porque “todo está normal”, dicen algunos por ahí.

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