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Carga cerrada de nervios

Carga cerrada de nervios

Por: Carlos Bojorge. 

Las aves, que de vuelos saben

y componer no quieren…

Se parecen tanto a los locos poetas,

que solo quieren abrir la jeta.

Me enojo con la vida

porque cada vez es menos sincera,

mejor amarren a la perra esa

que ya quiere llevarme.

Tengo un exceso de muerte

en la mente, pues desde ahora

todo me vale madres. Me voy al

carajo sin armar tanto relajo.

Amo tanto la vida que el día que mi madre tenga que publicar mi carta de despido

premeditada por el suicidio planeado, los chismógrafos del barrio y la vacía cámara de burlas la tildaran de loca y mentirosa, mientras yo repose entre cuatro tablas de pino seco boca arriba y guiñando el ojo a la desgracia que por primera vez hizo sentirme vivo.

Tengo más libros polvosos en mi cuarto,

que eso que mal llaman «amigos»

y le soy sincero compañero

prefiero los libros…

Son más leales y útiles en el camino.

Te llaman Jesús y ni siquiera

te conocen, te tienen y no te

gozan. Te pregonan y no se aman,

te alaban, pero te escupen la cara,

dicen ser libres y te quieren prisionero.

Me gusta abrazar el aire

aunque sea intangible,

sentir el amor que brota mi corazón

y se esparce en todo lo quiere.

Soy tan pobre que no me avergüenza

mi realidad, sufro la soledad y vivo feliz

de tanto amar, amar el camino cruel que

nunca ha de acabar.

La pereza toma forma de sorpresa

pues no me limita, ni me quiebra la cabeza.

Insignificante son solo los caídos

en su propia mierda.

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