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Cadáver sobre el pavimento

Cadáver sobre el pavimento

Por: Marcos Ortiz 

Entre júbilos, gritos y romances pasajeros, yo estaba,  

en mis manos sostenía el gélido elixir placentero

cuando una presencia ardiente rosó mi tacto,

una sombra juguetona que sonreía al buen dador 

y era cruda con el empedernido; 

en la fonda extravagante me sumergí en sus ojos, 

 y ebrio quedé por su olor a cigarro. 

En mis memorias permanecen las bendiciones

cuando llevabas la cuenta a mi mesa, 

los pocos cruces de palabras que tuvimos,

era el momento perfecto de mi estancia.

Pero decidiste partir del cálido escenario 

e irte sola con rumbo desconocido; 

ahora solo observo de lejos la lóbrega taberna 

la barra donde estaría, 

si no te hubiera matado aquel bus. 

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