¡A la libertad por la universidad! El sueño de una verdadera autonomía.
Por: Jefferson Aguirre.
El señor Paulo Freyre fue muy sabio al decir que “La educación no cambia al mundo, pero sí a las personas que cambiaran al mundo”. El sueño perfecto de vencer las barreras de la ignorancia y la utopía de mejorar nuestra calidad de vida son algunos de los elementos por los cuales la juventud decide arriesgarse a salir de sus hogares, dejar sus pueblos o comunidades, dejar sus familias e inclusive dejarse ellos mismo como personas para enfrentarse a una nueva realidad que lo transformará y servir al “desarrollo del país y su comunidad”.
La educación, en todo su nivel ha sido considerada un derecho que permite a las sociedades formar personas con capacidades intelectuales y herramientas prácticas para mejorar la calidad de vida. La lucha ha sido por mantener una primaria obligatoria, una secundaria asistida y una educación técnica o universitaria que sea competitiva. Esta última confiere gran importancia en este contexto y situación por la que pasa la valiente patria de Nicaragua.
Desde la Reforma de Córdoba en Argentina, como precedente de lucha estudiantil y exigencia de la autonomía para deslindar al estado de las universidades, hasta los soles de nuestras generaciones nos encontramos una batalla incansable por obtener una independencia como institución de educación superior, como gobierno interno, como gobierno estudiantil y como organización social que mediante su estructura interna funda las bases de una verdadera sociedad democrática, abierta e inclusiva. Sin embargo, la UNAN-Managua ha perdido totalmente el sentido de la autonomía universitaria.
¿Será que esa es la autonomía universitaria que pensó el Dr. Mariano Fiallos Gil? “La autonomía universitaria es de la esencia misma de la universidad, ya que sin ella se desfigura, cuando no se destruye, la función propia de la universidad: ser órgano de ciencia y útil instrumento de orientación en una colectividad”. El concepto de autonomía de esas generaciones luchó por destruir el yugo mezquino y maligno que existía entre el estado con la dirección y administración de las casas de estudio.
Esta cancerígena dualidad comprometía la calidad de educación ya que el gobierno confería beneplácitos a personas que no estaban capacitadas para ostentar ciertos cargos, otorgaba plazas docentes a quienes no tenía ningún conocimiento de ciertas áreas de estudio y ubicaba en puestos administrativos a quienes servían fielmente los ideales de la línea política imperante en ese entonces. Una larga lucha que rindió frutos el 25 de marzo de 1958, fecha en que se aprueba la “Ley de Autonomía Universitaria”, misma que permitía a la entonces Universidad Nacional la anhelada “autonomía docente, administrativa y económica”.
Las recientes acciones de los altos dirigentes de la UNAN-Managua están totalmente distantes de los principios fundamentales del colectivo que acompañó al Dr. Fiallos Gil. La politización del recinto, al igual que de los movimientos estudiantiles internos que los representan por facultad hacen de esta alma mater un “recinto de culto”. La falta de autonomía ha conducido a la universidad a “un completo estado de vasallaje en relación con el Poder Ejecutivo. La política partidista se ha entronizado en ella”, así cita la excelentísima reflexión del Dr. Fiallos Gil referente al Por qué de la exigencia de la Autonomía Universitaria.
En retrospectiva, desde las luchas estudiantiles de los años 90, con los gobiernos neoliberales y la intención de reducir el presupuesto destinado a las universidades públicas, la politización de las universidades públicas tomó gran importancia como estrategia para mantener el control desde las universidades y seguir “gobernando desde abajo”. Al lograr mantener el 6% del Presupuesto General de la República para ser destinado en las universidades, el Frente Sandinista empezó a entrometerse en todos los procesos interinos de las casas de estudio.
La maquinaria política del Frente Sandinista empezó a educar (adoctrinar) a la comunidad estudiantil sobre derechos referentes a la educación universitaria como el derecho al estudio mismo, el derecho a una beca, a espacios de desarrollo de las mismas técnicas, pero en el subsuelo plantaba la semilla ideológica que “gracias a ellos, gracias al comandante, gracias a los mártires, esos derechos hoy son posibles”. Hay que aprender a leer entre líneas esas partes de los discursos. Hoy vuelven los favores a quienes son fieles al partido, la militancia obtiene sus cargos y puestos.
La autonomía se convirtió nuevamente en un sueño que debe lograrse mediante nuevas luchas estudiantiles que deben enfrentarse a una podrida dirigencia tanto de rectores, como administrativos, decanos y docentes… inclusive los mismos dirigentes estudiantiles de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN). En palabras del padre de la Autonomía Universitaria en Nicaragua, Dr. Mariano Fiallos Gil: La universidad ha perdido ya todo respeto e ignorado el verdadero concepto y misión de lo que debe ser una auténtica universidad, se dejó mustiar, en manos del Poder Ejecutivo, haciendo posturas plenamente serviles y bochornosas.
En síntesis, la autonomía universitaria ha sido prostituida por los altos mandos de esta nuestra casa de estudio, ha fragmentado los pilares de la educación, honorabilidad, calidad y competitividad. Ha comprometido el futuro de muchos jóvenes desde su deficiente calidad docente. Ha permitido la destrucción de años de prestigio y sobre todo se ha mofado de la sangre de quienes lucharon por la añorada autonomía, de quienes lucharon por el 6%, y no hay que obviar la sangre de aquellos que se tomaron el recinto para exigir una nueva y verdadera autonomía.
“La universidad es una república de estudiantes”, en ellos radica el poder y dirección de la universidad y la razón de ser de la misma; “La universidad existe porque hay estudiantes que desean aprender, ella descansa pues en el núcleo estudiantil que le da vida”.
