Edición #19
Siempre me ha parecido interesante hablar y escribir sobre desarrollo socioeconómico, específicamente sobre el tema del empleo juvenil, que termina siendo de gran relevancia sobre todo para jóvenes universitarios.
Siempre me he preguntado ¿por qué hay instituciones educativas que nos pintan el empleo como algo fácil de conseguir? Como si fuera una fórmula perfecta: secundaria + universidad: trabajo digno. En realidad, esa fórmula en nuestra ecuación, en Nicaragua, no es correcta. Puedo reconocer que han existido muchos esfuerzos en el país, desde organizaciones de sociedad civil, algunas universidades y otras instituciones en la promoción del empleo para jóvenes, sin embargo aún seguimos viendo que hay un alto porcentaje de jóvenes esperando un puesto de trabajo.
Yo considero que tanto jóvenes, adultos, empresa privada, instituciones estatales, debemos ser conscientes que los jóvenes estamos claros que aprendemos de nuestros mayores, pero que también ellos aprenden de nosotros, que no se gana la experiencia ni no nos dan la oportunidad de presentarles lo que sabemos, que también somos capaces de emprender y aprender junto a ellos. Pero sobre todo, recordarles que alguna vez fueron jóvenes.
Yo no creo que los pensamientos de “todos tenemos que pasar por eso” sea tan positivo, porque al final es como dar por sentado que una generación determinada debe experimentar el desempleo. Si bien es cierto, no se empieza en grandes cargos, pero el problema es que ni el cargo más pequeño te dan porque simplemente “no contás con la experiencia requerida”.
Hay muchas contradicciones en los discursos. Incluso me he encontrado casos en los que muchos chavalos pueden tener la experiencia pero no tienen el título. Entonces, bajo este contexto ¿qué podemos hacer? Empecemos a proponer soluciones, a demandar empleos dignos, pero sobre todo hacer conciencia y ser conscientes de lo que nosotros necesitamos y de lo que los demás necesitan de nosotros.