Suicidio, depresión y otros trastornos
Escrito por: Gloria Darce Jiménez
El suicidio es el acto de quitarse la vida deliberadamente. Según la Organización Mundial de la Salud (2017), cerca de 800,000 personas se suicidan cada año, a cualquier edad. No obstante, son más propensas entre la edad de 15 a 29 años.
El suicido genera un problema de salud pública; y lamentablemente Nicaragua no tiene un plan eficiente para tratar el fenómeno. Esto se debe a que no hay sensibilización del tema, tanto a médicos como padres de familia, aumentándole que solo existe un centro psicosocial a nivel nacional.
La población nicaragüense sigue estigmas y tabúes respecto al suicidio, por la falta de educación respecto en las enfermedades mentales. Consideran el acto de quitarse la vida como cobardía de la persona. Sin embargo, no perciben los distintos problemas que acechan al individuo.
Y es que, el suicidio está ligado a la depresión, trastornos de personalidad o esquizofrenia.
La depresión es una enfermedad mental, muchas veces letal por no llevar el tratamiento adecuado. Cada persona en algún momento de su vida se siente rechazado por la sociedad, tiene problemas en el trabajo o en la familia, rupturas amorosas, entre otras.
Poco a poco, estas personas se van hundiendo en su mente, desechan cualquier ayuda, recuren a ingerir alcohol, pastillas y sustancias alucinógenas, hasta creer que no tienen ningún propósito en sus vidas.
Y es tan escaso el ideal en una persona, por una u otra razón va posponiendo su meta, ya sea, por el contexto social, cultural o económico en el que vive. Hasta no lograr su objetivo y frustrarse por no realizarlo.
En segunda escala, tenemos los trastornos de personalidad y la esquizofrenia, al igual que la depresión son enfermedades mentales, que se desarrollan en la juventud. Con los distintos cambios en esta etapa la mente concibe muchas ideas y los que padecen esquizofrenia son seres inteligentes con mucha imaginación, tanta que tienden a explotar y aparece ese carácter impulsivo o violento.
Las personas a su alrededor no las entienden y las aíslan, surgen bromas e incluso bullying. Todos los factores llevan a la persona a tomar una decisión que acabe con su sufrimiento y recurren a quitarse la vida.
Al no estar sensibilizados con el fenómeno, sus familiares no se percatan que presentan una actitud suicida (aislamiento, inestabilidad emocional, trastornos alimenticios y cambios en el comportamiento del sueño), siguen criticando a la persona y gastando bromas que empeoran la situación del individuo.
La falta de educación en estos temas es preocupante, y más aún la falta de atención en centros del país. En escuelas públicas o privadas deberían abordar las enfermedades mentales y el suicidio sin prejuicios, brindar charlas a los padres de familia para que éstos se comuniquen con sus hijos sobre la importancia de la salud mental y la autoestima.
Los medios de comunicación deben controlar su programación que tiende a ser violenta, y ser responsables con noticias de personas que se han suicidado. Evitar ridiculizar un intento de suicidio para educar a la sociedad.
Aunque no sólo en Nicaragua sigue siendo un tema tabú, y pese a la relevancia de estas cifras, no se plantea que el suicidio forme parte de las políticas sanitarias y educativas, ni existe voluntad política para poner esta realidad en el centro de la mesa y dialogar.
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