Síndrome de Noé
Por: Nebur Ziur
En la diacronía de la historia,
se nos ha dicho que todos llevamos un niño dentro,
mas yo os digo, que todos llevamos un animal dentro,
alter ego de quien verdaderamente somos
o de lo que queremos e intentamos ser.
¿Le quitaremos de su diestra el Lobo de Gubbia
al mínimo y dulce Francisco Asís,
cuya reverencia del rudo y torvo animal
fue el blasón de su virtud y santidad?
¿O dejaremos escapar del corazón de Bukowski
al índigo plumífero y anónimo que desde adentro
grita su olor a alcohol y a sudor, a birras y a hipódromo,
a tugurios y colillas, a bares y rameras?
¿Acaso podremos liquidar de la «Filosofía» de Darío
a la araña, al sapo, al cangrejo, al grillo o al oso,
que lo bautizan como el liróforo disidente?
¿Haremos huir del saloncito aquel al mirlo
que canta al arte y la belleza?
¿Echaremos a perder el inefable primer instante de amor
que le dieran a su alma, luz inmortal,
palomas blancas y garzas morenas?
¿O dejaremos abierta la puerta de la jaula al pobre pájaro azul
que le inspire soñadores versos desconocidos?
¿Abriremos la ventana invernal al cuervo fúnebre y adusto
para que en negras tempestades
envuelva de misterio y agonía a Edgar A. Poe?
¿O sepultaremos al diabólico gato negro
para que su corazón delator no entregue a su amo
al verdugo de la culpa y el terror?
¿O despertaremos del marasmo eterno al animal cansado
que todo rompe en Alfonsina Storni quien, amante,
anhela un amor feroz de garra y diente,
que bien pudieran refractarse en el iris
de los ojos de perro azul de García Márquez
o en los ojos de oro del gato blanco y célibe
del gran Jorge Luis Borges?
¿Liquidaremos de la diestra de Cortázar, Jaramillo o Eliot
al felino que los hizo inmensamente felices
y de cuyos poros brotan maúllos y ronroneos
que espiran luego en versos de delicada tesitura?
¿O heriremos de bala cruenta a las blancas corzas
y oscuras golondrinas que saltando de roca en roca
emiten silbos apacibles que se tornan rimas y leyendas
en la pluma de Adolfo Bécquer?
No.
Dejad que ese animal en ellos viva
con intensidad y con espanto,
que viva y muera diariamente
en un vaivén de incontrolados versos
que en funestas horas autumnales,
evoquen a Artemisa, Aranyani o Neith.
Animal salvaje.
Animal enamorado.
Animal cansado.
Eso somos.
Pájaros poetas en un azul Darío
Pájaros libres en un azul cielo.
Pájaros inquietos en un azul cantábrico.
Pájaro azul…pero un azul salvaje
…como el animal, que llevamos dentro!