Resiliencia ante la dictadura
Por: Una minúscula independiente
No hay mucho que decir sobre la resistencia a la crisis, o a la represión de la dictadura. Mi forma de supervivencia y seguramente la de muchos es cerrar la boca en público, despotricar al gobierno entre amigos, maldecir a los sapos en mi mente y fingir neutralidad afuera de mi universidad para que los policías ridículos no me vean como una amenaza que debe ser encarcelada por atreverse a contradecir al «Comandante».
Tal vez una parte de mí ya se resignó a perder su libertad de expresión, para evitar situaciones que no valdrán la pena sufrir. De todas formas, ya sé que no gano nada alzando mi voz, si todos corremos el mismo peligro. Nadie puede proteger a nadie. Todos somos víctimas y cada pequeño acto de rebeldía solo puede reafirmar esa condición. No podemos ser más que eso.
Es triste cómo no le importamos a nadie en realidad, pero entiendo sus motivos. La empresa privada solo quiere sobrevivir. Los sapos son sapos porque no quieren morir de hambre -aunque algunos lo son porque la ignorancia los arrastra. Daniel y la Chayo solo quieren mantener lo único que llena sus almas: el poder y el dinero. Y nosotros mismos, los que nos callamos y nos rendimos, los que perdimos toda esperanza en la lucha por este país, también lo hacemos por pura supervivencia.
¿En qué terminará esto? O mejor dicho, ¿Tendrá final este ciclo infinito de dictadura-servidumbre? ¿Dejaremos de ser esclavos y asesinos de nuestra libertad? ¿O debería mejor perder la esperanza y concentrarme en sobrevivir para no crecer jamás y vivir sin sentido? Por salud mental me he resignado a vivir sin libertad.
