Primera entrega de ‘‘Masculinidad’’

Por: Vinicio Matamoros
Seguramente habías escuchado el termino de las masculinidades sanas, nuevas masculinidades o masculinidades alternativas, pues bien, este enfoque y estudio está relacionado con esa búsqueda en romper con las desigualdades que han existido por años entre hombres y mujeres al igual que con la violencia.
Detener la espiral de violencia que las mujeres sufren a mano de sus parejas hombres y del mismo sistema que las coloca en un escenario inferior, reproduciendo una participación desigual en la sociedad en cuanto a la toma de decisiones y posiciones de poder, considerando a las mujeres incapaces de ejercer o desempeñarse en diferentes roles como en el profesional, el modelo masculino ‘‘normativo’’ conceptúa y limita una definición generalizada de la mujer como un sujeto débil, ama de casa, dependiente e incapaz de abrirse camino en el mundo, encasillándola a un rol impuesto por el hecho de ser mujer.
Los hombres debemos ser parte de la alternativa y solución a este problema, debido a que somos parte de ello, somos el problema en general por no cuestionar el sistema ¿Por qué? La respuesta en sencilla, como no me afecta entonces no me interesa. Unos optan por la indiferencia e ignoran el problema sin incidir directamente, otros si lo hacen de forma premeditada lo cual refleja serios problemas de superioridad con las mujeres, por tanto, es necesario ver las nuevas masculinidades como una alternativa sana para aportar a la solución del problema en sí.
Cuando hablamos de temas de género, la gran mayoría piensa a lo inmediato que abordaremos únicamente el tema de los derechos de las mujeres y la desigualdad que ya conocemos, sin embargo, el tema de nueva masculinidad da una apertura en este sentido.
Los hombres somos parte en los temas de género, ya que la desconstrucción del machismo es responsabilidad nuestra, a través de ello pueden abrirse caminos para una socialización sana que aporte al bien común de hombres y mujeres, así como entre los mismos hombres y las relaciones propias, creando vínculos saludables en diferentes entornos.
Para ello, es importante saber cómo los hombres nos percibimos actualmente y como el modelo tradicional en el que crecimos agrava más el pensar erróneo de ser superiores y que no existe ninguna responsabilidad en cambiar las cosas, incluso entre nosotros mismos. El detalle de poder tocar esas puertas y que estén abiertas al cambio, es la disposición de hacerlo, porque no todos los hombres al igual que las mujeres pensaran en una nueva masculinidad como algo positivo sino todo lo contrario, pero esto no quiere decir que no valga la pena el esfuerzo en trabajarlo sobre todo cuando se trata de un conjunto de iniciativas para que futuras generaciones puedan ver este modelo como una convivencia pacífica y libre de violencia.
Como se mencionó anteriormente, este modelo hegemónico no únicamente afecta a las mujeres sino también a los hombres a consecuencia del modelo en el que se cree que no pueden ser frágiles, no lloran, no se sienten mal y que siempre deben de estar bien ante cualquier adversidad, coaptándoles de su versión humana y subjetiva de lo que realmente se es y se quiere ser en la vida.
Según un estudio de Amnistía Internacional (2021) de Mireya Cidón nos dice que ‘‘la nueva masculinidad permite una forma más sana e igualitaria de relacionarte con las mujeres, y también con los hombres’’, así también lo menciona el el Profesor José Ignacio Pichardo titular del departamento de antropología social y psicosocial de la Universidad Complutense de Madrid, él profundiza lo que implican las nuevas masculinidades diciendo ‘‘lo que es ser hombre y lo que es mujer se construye culturalmente, no hace falta remontarse muy atrás para darse cuenta de que no es lo mismo ser hombre en el siglo XXI que hace 50 años. En este tiempo hemos experimentado cambios importantes en la masculinidad que muestran que la transformación es posible’’.
El cambio es posible y actualmente contamos con las herramientas necesarios para el mismo, hay quienes se reúsan a la idea de una igualdad realmente ejecutada y no solo de palabras. Ver el modelo tradicional como una forma de violencia y no como un sistema cultural de formación irregular que lo único que fomenta es la normalización de la violencia, dándole aprobación y vía libre para ejercerla.
Para promover y alcanzar estas metas e impulsar con mayor confianza la búsqueda de esta masculinidad, un apoyo pueden ser los modelos mediáticos y ejemplos de personas que tengan una gran influencia en la sociedad que aboguen por una masculinidad valorada y respetada. El problema es aún mayor cuando hay generaciones familiares donde se ve la violencia como una respuesta natural ante las eventualidades de la vida, formando en potencia un hombre con una masculinidad tradicional, así lo menciona la Teoría de Volkan (2018) ‘‘cuando las sociedades han experimentado conflictos muy violentos, las generaciones que van surgiendo dentro en este conflicto van siendo socializados con la ideología del conflicto’’ ejemplo: generaciones que han sido afectadas en épocas de guerra tienden a tener actitudes machistas más arraigadas y mantienen esa postura como que el hombre debe de ser así.
Esto está relacionado con la socialización del individuo y como se inserta en esas narrativas, los traumas vividos, perdidas y violencia, hacen que el conflicto se perpetue en generaciones venideras. No podemos separar la identidad y la formación psicológica individual de la sociedad, esta se transmite generacionalmente entonces ¿Cómo romper esto?, lo importante es trabajar a varios niveles, terapias colectivas e individuales, grupos focales, espacios de formación entre otros.
Otro punto importante es la búsqueda de ayuda profesional y soporte para romper con este ciclo, sin embargo, esto tiende a posicionar al hombre como ‘‘débil’’ ya que él tiene que ser siempre fuerte. Esto puede percibirse como una encrucijada entre el pasado vivido, la masculinidad tradicional y el cambio a una nueva que permita ver esta ayuda y seguimiento como algo positivo y fuerte, no como debilidad y ser menos hombre.
Ejemplo de esta búsqueda puede ser:
Romper con el mito del hombre violento; esta se refiere a que se cree que el hombre siempre debe ser fuerte y violento.
Dejar de lado la desigualdad ya que, se ve como algo normal y casi natural, hay que recordar que esto no es natural y no es algo correcto, el poder no le pertenece a ningún género.
No es competencia, el modelo tradicional siempre nos hace creer que existe una rivalidad y competencia constante con otros hombres, de sobresalir y probar quien es el mejor, la nueva masculinidad busca que cada persona pueda demostrar sin miedo sus debilidades y aprovechar el talento de los demás para trabajar en equipo sin necesidad de caer en la confrontación.
Y, sobre todo es evitar el acoso y abuso sexual, hay que respetar los límites de la mujer, aprender a escuchar sus emociones y deseos, saber aceptar un NO por respuesta y no sobrepasar ese límite.
ONU Mujeres calcula que de 736 millones de mujeres (aproximado global) una de cada tres han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja o al menos una vez en la vida (30% de ellas son de 15 años o más).
La masculinidad tradicional afecta severamente a los hombres, a tal grado de relegar y discriminar las formas de expresión y sensibilidad de los mismos al punto de orillarlos a una soledad que deteriora su salud mental y física, sumándole las expectativas sociales, cuestiones personales de sexualidad, estigma y género, actitud silenciosa hacia los problemas emocionales y falta de adherencia a terapias de fármacos para la salud mental, todo este engranaje encausa a una alta tasa de suicidios en los hombres a nivel de toda América, posicionándolo en la tercera causa de muerte en las personas de 10 a 24 años de edad, Organización Panamericana de la Salud (2020).
La OPS (2020) dice que el 79% de casos de suicidio son hombres, resaltando que las construcciones tradicionales de la masculinidad representan un factor de riesgo clave para la vulnerabilidad de los hombres, promoviendo comportamientos mal adaptados como falta de expresividad emocional, resistencia a buscar ayuda o el abuso del alcohol.
Entonces, la nueva masculinidad busca además de posicionar a hombres y mujeres en el mismo plano horizontal; ver más allá de las imposiciones hegemónicas que busquen como cada persona quiere ser en realidad.
Busca el deseo de crear y vivir en una sociedad igualitaria, pensar que otras formas de ser hombre son necesarias y para ello hay que cambiar elementos de masculinidad tradicional, algunos lo buscan de forma individual o en pequeños grupos; cuando decimos esto puede haber dos escenarios, uno en el que el hombre lo interioriza y lo construye respondiendo a su bienestar e interés de ser mejor persona y el colectivo, este puede ser el acuerpamiento de otros hombres para sentir que está haciendo algo positivo pudiéndolo compartir con otros sin sentirse atacado o discriminado, es decir un espacio seguro.

