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Memorias

Memorias

Por: Nacira Núñez

Las lluvias de julio evocan el susurro de tu voz en mi conciencia,

jugando en un vaivén de nostalgias añejadas en mi mirada.

Misma que hoy mira, sin mirar nada. Perdida entre los recuerdos del ayer,

así camina esta consciencia marchita que ha extraviado también su razón de ser.

Y es que las memorias a veces son forajidas inescrupulosas que lastiman

y se marchan en el filo del alba; son una tortura disfrazada de esperanza.

La lúgubre oscuridad de mi recamara hace que te recuerde con cada suspiro,

con cada palabra que se me escapa.

Y es que no hay piedad que valga, la añoranza quiebra, la añoranza mata.

Ojalá esos huracanes intensos que habitan en mi alma se marcharan.

Las lluvias de julio evocan las caricias que emanaron tus manos

y aquellos besos empapados de felicidad y a su vez de fracasos.

La mesita de noche guarda en su interior aquellas rosas viejas

que fueron testigos de sentimientos que yacen también bajo la almohada,

con lágrimas secas, con lágrimas amargas.

Estas memorias asesinas, me persiguen hasta mi cama,

queriéndose apoderar de mi cuerpo, así como también de mi alma.

Malditas memorias ingratas, que caminan en mi mente sin ropa, sin miedo y sin calma.

Malditas memorias ingratas, que tiñen mi corazón de negro soledad en estas noches lluviosas de julio, aquí en casa.

Memorias enardecidas, que por kronos sean juzgadas, quien sabe que ya corrió el tiempo

y que he pagado mi pena, que he pagado mis faltas.

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