Más que la política…
Por: Anónimo.
He aprendido a saber que la vida está llena de pruebas, que desde que me levanto, hasta que cierro mis ojos por la noche, estoy lleno de ellas. “¿Por qué?, ¿para qué les decís “pruebas”?” Porque sí, ellas nos hacen ver si –ante la sociedad, y sobre todo, a nosotros mismos- estamos llenos de corrupción en nuestro ser.
Podría jurar que ahorita estarán pensando que la “corrupción” es un vocablo exclusivo para aquellas personas que se dedican de forma directa o indirecta con la política, pues, de cierta forma, es normal que lo hagan, pero con ello no se abarca todo lo malo y viciado que podemos hacer en el transcurso de nuestras vidas.
Solo te lo pondré así: Si desde niño creciste con la manía de meterte en la fila de la cafetería; o miras que tu papá o mamá se desesperan tanto cuando hay un tráfico horrendo, al punto que aventaja a los automóviles que están delante del de ella; o cuando nos montamos al transporte público y no atendemos a los rótulos que nos dicen que debemos darle prioridad a los ancianitos, mujeres embarazadas, o las que llevan bebés en sus manos; ya ni mencionar los famosos “conectes” para que podás conseguir un empleo ligeramente rápido, hm.
Pues sí, aunque al principio lo miremos demasiado “exagerado”, o como un comentario fuera de lugar, eso es, la corrupción. Esta bestia siempre ha estado metida entre el rebaño, nos es difícil sacarla de él. Es una lucha diaria, un dilema, ¿una utopía? Lo sé, cansado es, pero más que política, más que un pecado, más que todo, es la corrupción, la bestia…