La Tierra de las Flores
Escrito por: Zoyla Romero M.
Las marimbas brotan con sones de luto y dolor, se callan las guitarras para anunciar lo que se avecina en la ciudad de Masaya; una turbulenta ansiedad se percibe a lo largo de todas las calles, basta con inhalar levemente el aire cargado de restos de morteros.
El deleite de los raspados rellenos de San Miguel y San Jerónimo se cambia por la cortante y ácida lluvia de balas; a lo largo de la noche se suma más y más fuerzas represoras me atrevo a compararlos con la elaboración de churritos dulces en las dulcerías de Monimbó, ya que se multiplican sin parar.
Dang dang dang dang(…) sonaban las campanas de la parroquia agitadas con fuerzas recitando la violencia que en la heroica ciudad se vivía, podría compararse esa bravura al sonarlas con las manos de los laboriosos tejedores de hamacas que viven allá por el estadio, los valientes combatientes corrían con sus caites bien socados, equipados con lanza morteros siguiendo a los represores, no han dado marcha atrás; más que para amarrar sus camisetas sudadas y descoloridas a sus rostros llenos de tierra, lágrimas y dolor.
-Por allá van los jodidos de las fuerzas… ¡la guardia se acerca! – Gritaban en una de las calles de San Miguel alertando a un puesto médico clandestino que pronto quería ser atacado.
-Hermanos monimboseños y todos los masayas, ¿Qué tienen en la sangre y en su ADN?
Esa chicha de maíz que les dieron desde pequeños, ¿Qué llevaba? –
Ustedes no le temen al tirano, se lanzan con todo a las luchas revolucionarias, díganme el secreto para ser como su glorioso batallón histórico y valiente.
Que suenen los morteros, se levante la frente en alto y oremos por esos aguerridos hermanos; cuando todo esto acabe y la dictadura sea fulminada, su valor como tierra guerrera una vez más resonará en todo el mundo.