La Hereje
Escrito por: Francisco Armas
Y le quisieron enseñar a ser niña, señorita y dama,
La intentaron domesticar.
Y le quisieron enseñar a crecer,
Para que usara algo de carmín en sus labios,
Como la rubia, de la novela de las ocho.
No le contaban sobre la vida,
La soledad, el amor, la tristeza o la pasión.
Ella debía preocuparse por verse bonita, más que cualquiera,
Sin saber hacerlo, debía ser: princesa, esposa, madre, amante y esclava.
Luego de cambiar las muñecas por los cigarrillos,
Entendió que ella era cosmos y diosa,
Que era sus propias flores y frutos,
Sí, el fruto bendito de sus sueños, de sus ilusiones y deseos.
Entendió que debía desaprenderse y aprenderse de nuevo,
Que una costilla no le era suficiente,
Ella era cuerpo: con espíritu, mente y vida,
No estaba dispuesta a cumplir promesas de otros,
Promesas ajenas,
A cargar culpas, cruces y pecados que no le pertenecían,
Evidentemente aquella mujer,
No estaba dispuesta a ser una estadística más,
Menos aún una esclava.