Seleccionar página

La extraña desaparición de Esme Lennox: Una intriga (quizás) demasiado arriesgada

La extraña desaparición de Esme Lennox: Una intriga (quizás) demasiado arriesgada

Por: Celia Cruz Arce

Maggie O’Farrell es uno de los nombres más comunes y llamativos adornando las listas de libros mejores vendidos de la última década; creo no equivocarme al afirmar que ha pasado a ser sinónimo de literatura de culto. Hamnet (ganadora del Women’s Prize for Fiction 2020), Tiene que ser aquí (2017), La distancia que nos separa (2024) y El retrato de casada (2023), especialmente, son recomendaciones frecuentes en los blogs literarios de Instagram. O’Farrell destaca por su manera de contar historias, sin duda, muy particular, y un tanto desafiante. En esta ocasión, decidí aventurarme con La extraña desaparición de Esme Lennox, publicada en 2008. 

Tenemos tres personajes claves, los tres hilos conductores de la trama: Iris, Esme y Kitty. Iris es apenas una joven que sale a flote, con una falta de consistencia tremenda para hacer frente a sus traumas del pasado y a las consecuencias de estos en la actualidad. Se ha puesto a cargo de un negocio que no termina de hacerla feliz, se encuentra en una relación no tan sana con un hombre casado y su extraña conexión con su hermanastro no ayuda a apaciguar su latente amargura. En medio de este bizarro escenario, recibe una de esas llamadas que cambian vidas. 

Resulta que Iris tiene una tía abuela de la que su padre jamás le habló. Esme Lennox ha estado recluida en Cauldstone –un viejo hospital psiquiátrico de Edimburgo– desde hace sesenta y un años. Ahora que el inminente cierre del hospital es un hecho, Iris debe hacerse cargo de Esme, dado que es la única pariente que le queda a la anciana. La noticia perturba a la joven, quien empieza a preguntarse cuáles son las razones de este aparente misterio. ¿Por qué su abuela Kitty nunca mencionó que tenía una hermana? ¿Cuál es la razón de que encerraran a una Esme tan joven en un centro psiquiátrico? Y lo más alarmante: Teniendo en cuenta los expedientes de la paciente, ¿por qué Esme se le figura como una anciana normal, sin ninguna enfermedad mental? Hasta ahí tenemos la premisa inicial que nos vende la editorial, que no es en absoluto una oferta desdeñable. 

Lo determinante aquí es, primero, abrirse a la narrativa de O’Farrell, sobre todo, si se la lee por primera vez. No es una historia sencilla ni cronológica, hecho que seguramente ha desanimado a más de un lector a abandonar sus esfuerzos, aunque no los suficientes, claro está. La novela se mueve en dos líneas temporales y tres espaciales: presente (Edimburgo de principios de siglo XXI) y pasado (años treinta del siglo XX, entre Edimburgo, la India colonial y Escocia). Sí, Iris, Esme y Kitty son las voces que guían este complejo relato, de una manera más bien omnisciente. Así, en un par de párrafos, nos transportamos a la niñez de Esme y Kitty, luego, vamos de regreso al presente poco prometedor de Iris, a sus incomprensibles dramas con Alex y Luke (hermanastro y amante, respectivamente), después, vamos de nuevo con Esme (¿o será Kitty?) y sus primeras vicisitudes que la marcaron para siempre, y nos introducimos de vuelta en la memoria de Iris, su niñez y juventud con Alex. 

Si el último párrafo se sintió algo confuso y apresurado, está bien. No me estaría expresando correctamente si no fuera así. Mi inquietud con La extraña desaparición de Esme Lennox (o con Maggie O’Farrell, dicho sea de paso) no es la historia ni mucho menos, ni siquiera su recurso de entretejer relatos y voces unos sobre otros, hasta hacer de la lectura una experiencia desafiante. Lo veo como una forma ingeniosa de problematizar un relato sencillo, lo cual es de admirar, y me consta que es uno de los sellos característicos de O’Farrell. El problema –en mi opinión– es el creciente desconcierto que no llega a aliviarse en ningún momento. La intriga va en aumento, puesto que O’Farrell tiene una destreza para decir las cosas sin decirlas, dando pie a cualquier tipo de suposiciones. Y sí, no es difícil llegar a las conclusiones eventualmente, pero esa misma falta de certeza crea una suerte de ambigüedad que –para mí– impide al lector disfrutar de la novela en todo su esplendor. 

Lo cierto es que se torna molesto empezar a leer un párrafo sin saber realmente quién lo está narrando. Claro que a medida que uno va avanzando, ya puede reconocer quién es quién y en qué época se encuentra. No obstante, los cambios abruptos de narrador y tiempo crean cierto disgusto, al menos en mi caso. Si bien es una novela de doscientas páginas y algo, que fácilmente podría leerse en un día o dos, no creo que deba tomarse tan a la ligera. La historia, de principio a fin, nos está enviando un fuerte mensaje a través de Esme (su pasado, para ser más concretos); y si no se es cuidadoso, es muy probable ver pasar ese mensaje ante nuestros ojos sin advertirlo, o sin que despierte en nosotros la conmoción debida. Por ello, el exceso de palabras no dichas e indicios sueltos que no llegan a puerto me parece un tanto arriesgado. 

Eso sí, creo que solo por el hecho de resultar tan conflictiva y presta al debate por su narrativa, ya es digna de una oportunidad. Se trata de una intriga que expone de una manera lacerante la crueldad de las convenciones sociales y de la propia familia. Entre lo poco que se puede sacar por claro, nos encontramos con sentimientos tan comunes y desgarradores como la traición, la envidia y la hipocresía. Los personajes, sin embargo, se quedan en la superficie, o eso me pareció a mí. Considero que algunas obras arriesgan un elemento en aras de resaltar otro, así que veo La desaparición de Esme Lennox como una novela donde la trama se postula como la protagonista, con todo y la falta de profundidad de sus “voceros” y lo laberíntica que puede llegar a ser su narración. El cierre del relato es el mejor ejemplo, pues finalmente nos enteramos que no hay ningún rompecabezas que armar; solo un cuadro que requiere de suma atención a los detalles y una fina apreciación. Sin duda, una apuesta riesgosa, aunque legítima, que cada lector debe juzgar por sí mismo.

Sobre el Autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Videos Recientes

Cargando...

Revista digital