La carta que nunca escribiste
Escribí este poema cuatro días después
que me dijiste que te habías exiliado.
A pesar de entender las razones
por la cual no avisaste que te irías,
me dolió no saber que te habías ido.
Por: Marcos Ortiz
A Mayling
En la gaveta del escritorio
guardo la carta que nunca escribiste,
una hoja donde no se lee nada
pero se interpreta todo.
Con algunas palabras sonrientes
acerca de nuestro viaje a León
y todos los lugares que visitamos,
y lo demás, son párrafos tristes que aclaran
los motivos de tu ostracismo.
Siempre que la leo
siento como se abre el lagrimal
y emana sangre transparente de mis ojos.
A veces quiero romperla
y darle sepultura a sus restos
pero recuerdo que nunca la escribiste
y que solo dejaste el papel en blanco,
sobre el escritorio, junto a un bolígrafo
que taladra mi pecho todas las noches.