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Fibra de Vidrio

Fibra de Vidrio

Por: Rolando Dávila-Sánchez

Sintética pero resistente, aunque igualmente deleznable. Yo no sé de que generación sea, tampoco creo que segregar y trazar líneas sea lo mejor, nada ni nadie es tan puro e inmutable como para no reconocerse, siquiera un poco, en alguno de los elementos componentes generacionales. Al igual que con el conocimiento, las luchas sociales están basadas en los logros conseguidos por las generaciones anteriores, sería más fructuoso y prolífero, tomar la estafeta y continuar la campaña en lo necesario, en lugar de hacer guerra con quiénes tras un arduo proceso de formación, no alcanzan el retiro, sino el reproche. Esto, porque el momento presente siempre es el crucial para hacer cambio, porque tenemos mucho de las generaciones anteriores adaptadas a nuestra era y porque en un futuro podríamos ser sujetos de juicio. Continuo con mi experiencia (últimamente sólo sé escribir de mí).

A los de la generación de cristal no les gusta esta denominación, les parece un menosprecio inmerecido, pero no hay que negar que algo hay en ello. He sido profesor por algún tiempo y la nueva generación no cae en cuenta de la dicha y privilegio que es el estudio, será porque me gusta, en contraparte les parece una carga aburrida, sin más sentido que un trámite para llegar a tener el trabajo soñado, eso sí, con excelente paga a nivel de gerencia. No es de generalizar, porque sí hay excepciones, pero es lamentable ser menospreciado y visto con desdén por intentar la noble labor de enseñar, una vocación ardua y mal remunerada. Estudiantes que no entran a la clase, que se pasean por los pasillos o que se esconden para no ser llamados de atención, pero, entonces ¿para qué ir en primer lugar? Ciertamente que hacen gastar dinero a la generación qué los crió y para quiénes el estudio no fue sencillo, sino que realmente tortuoso. O entran a la clase, pero sin sacar cuadernos, sin tomar notas, sólo para estar en el celular, parece que no pueden enfocarse más tiempo que lo que dura un tik tok. Ni que decir de la impuntualidad…

La era digital esclaviza de forma tan subliminal, sin darnos cuenta, tal como lo imaginaba Aldous Huxley y no saber quién es o a qué me refiero es muestra de este efecto, un valor que se pierde, cada vez es más difícil leer algo más extenso que una página (mucho todavía) o que no se halle en un vídeo. Nos plaga, sin poder sacar el máximo y positivo provecho a la globalización, al internet y a la digitalización; sino en frugalidades con la excepción que la necesidad y la celeridad lo requiera.

Hay en efecto mucha incertidumbre sobre el futuro, sin importar la generación, parece consumirse cual fuego sin precisar si la llama se apaga o se enciende más. Quizás haya más consciencia social, aceptación a las personas cuál sea su identificación sexual pero no hablemos de política ni religión; mayor respeto y pasión por los animales callejeros, pero no de las personas, de los niños que piden o trabajan en los semáforos. Habrá pasión por las plantas ornamentales, la mayoría suculentas o cactus que son fáciles de cuidar, pero no veo plantando árboles y si se hace, se dejan al sol y al viento, o reciclando (asociado a una necesidad económica), o haciendo compost (no, porque es sucio y huele feo); pero la queja por los botaderos a cielo abierto no se hace esperar. 

Habrá que volvernos maleables y tomar lo mejor de la época para que se materialice el cambio tan ansiado. Si el pasado realmente hubiera sido tan bueno, no habría queja, no habría los problemas actuales, pero el reproche sin acción honesta tampoco es un cambio en sí mismo. Hay verdad tanto en la excusa como en el reclamo, pero habrá que ir más allá de la justificación y del cuestionamiento, para hacer finalmente lo que sea necesario, tomar lo mejor, ser responsable y actuar.

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