
El dilema de los próceres: un ejercicio literario brillante, pero con condiciones

Por: Celia Arce
El dilema de los próceres es una novela intrigante que juega con el género detectivesco de manera única. En ella, Jorge Fernández Díaz toma como base el personaje clásico de Sherlock Holmes y lo coloca en un escenario muy diferente al que estamos acostumbrados. Esta vez, el detective más famoso del mundo resuelve un caso en el contexto histórico y político de Argentina, mezclando referencias a figuras claves de la historia latinoamericana, como Juan Manuel de Rosas y José de San Martín. A lo largo de la novela, Fernández Díaz también incorpora a Jorge Luis Borges como narrador, creando un relato que no solo es un misterio por resolver, sino un juego literario que pone en discusión la relación entre la historia y la ficción.
La historia comienza con un intento de asesinato que parece sacado de un libro de Conan Doyle. Un crimen aparentemente inexplicable que tiene lugar en un contexto lleno de enigmas y conspiraciones, donde el detective Sherlock Holmes se presenta como el encargado de resolverlo. Pero aquí, Fernández Díaz no solo se limita a hacer un “copy-paste” de las aventuras de Holmes. En lugar de la clásica Londres o de los escenarios típicos del canon de Doyle, la trama se mueve por lugares que remiten a la historia argentina, como Buenos Aires y Boulogne-sur-Mer, donde murió San Martín.
Esta ambientación no solo cambia el contexto físico, sino también la naturaleza del crimen. La novela es mucho más que un simple misterio; a través de este crimen, Fernández Díaz plantea preguntas sobre la historia, la política y las construcciones nacionales. Lo que en principio parece ser una historia detectivesca tradicional, pronto se convierte en una reflexión sobre el pasado de Argentina y las figuras históricas que han marcado el rumbo del país. La mezcla de la estructura detectivesca con la historia nacional le da un giro interesante al género y lo aleja de lo convencional.
Lo que realmente hace especial a El dilema de los próceres es la inclusión de Jorge Luis Borges como narrador. En lugar de tener al clásico Dr. Watson contando la historia desde su perspectiva, Fernández Díaz opta por utilizar a Borges para darle un giro literario al relato. Esta decisión es, sin duda, una de las más interesantes de la novela. Borges, con su estilo único, no solo sirve como una especie de cronista del caso, sino que también aporta una reflexión filosófica y literaria al proceso de investigación. Es como si Borges, al narrar el caso, nos estuviera llevando más allá del crimen, invitándonos a pensar sobre lo que la literatura puede hacer con la historia y cómo la ficción puede reinterpretar la realidad.
Además, la elección de Borges no es solo un guiño literario, sino una estrategia que permite explorar de manera más profunda la idea de la verdad, el mito y la historia. Borges, con su estilo tan característico, nos hace cuestionar qué tan confiable es lo que nos cuentan, tanto en la novela como en la historia oficial. Al leer la novela, uno se da cuenta de que Fernández Díaz está invitando al lector a mirar más allá de lo que parece ser una simple historia de detectives. Está invitando a pensar sobre el acto mismo de narrar, sobre las versiones de los hechos y las múltiples interpretaciones de la historia.
Ahora bien, para poder disfrutar de todo lo que El dilema de los próceres tiene para ofrecer, hay una especie de «paradoja» que el lector debe estar dispuesto a aceptar. En primer lugar, es casi necesario tener cierto conocimiento previo sobre Sherlock Holmes y sobre la obra y la biografía de Borges. Si el lector no tiene idea de quiénes son estos dos personajes literarios, puede que no logre captar todas las referencias y conexiones que Fernández Díaz hace a lo largo de la novela. Sin embargo, esta «paradoja» es más profunda. No basta con saber de qué va la historia de Holmes o qué escribió Borges. El lector también debe estar dispuesto a «desapegarse» un poco de lo que ya sabe sobre estos dos autores.
Si vienes a El dilema de los próceres buscando el Holmes tradicional, el de los libros de Conan Doyle, es probable que te sientas un poco desconcertado. Lo mismo si eres un gran fan de Borges y buscas una prosa borgeana clásica. Fernández Díaz toma estas figuras literarias y les da un giro que puede descolocar a quienes esperan una «reconciliación» de las versiones más conocidas de estos personajes. Si uno entra en la lectura con la mente abierta, dispuesto a aceptar una versión diferente y menos convencional de Holmes y Borges, la novela realmente brilla. De lo contrario, los prejuicios pueden hacer que pasen desapercibidos los aportes literarios y filosóficos que Fernández Díaz introduce.
Más allá de las referencias a Sherlock Holmes y Borges, El dilema de los próceres es una novela que también toca temas profundamente latinoamericanos, como las luchas políticas, las tensiones históricas y el legado de figuras nacionales. El crimen que se investiga en la novela no es solo un acto aislado; está vinculado a una trama que involucra conspiraciones políticas, figuras históricas y la interpretación de los hechos a través de la literatura. Fernández Díaz utiliza el misterio como un medio para explorar la historia argentina, pero también lo hace como una forma de cuestionar la manera en que construimos y reinterpretamos el pasado.
A través de las páginas de El dilema de los próceres, el lector es invitado no solo a resolver el crimen, sino también a reflexionar sobre cómo los eventos históricos se transforman en narrativas y cómo la ficción puede influir en nuestra comprensión de la realidad. En ese sentido, la novela va mucho más allá del simple ejercicio de resolver un misterio y se convierte en una reflexión sobre la naturaleza de la historia, el poder de la narrativa y la construcción de la identidad nacional.